Cogito ergo sum-.
El 6 de diciembre seguramente
será un día como los de costumbre. No tenemos razón para presumir que será
nublado o que particularmente caerá un fuerte aguacero.
Me imagino ese día con
un gran sol alumbrando más brillante que nunca a los electores que saldrán
desde muy temprano de sus casas a ejercer ese derecho que moralmente se
convierte en un deber de todo ciudadano: El voto.
Me gustaría recrear esa
jornada con playas vacías y con centros comerciales desolados, mientras los
centros de votación sean epicentro de una enorme aglomeración de votantes que se transforme en
una fiesta de esperanza.
Soy proclive a
imaginarme el día 6D como una jornada soleada, con alegría respirándose en el ambiente
y de una enorme movilización ciudadana sin igual en toda la historia nacional.
Ese 6D los venezolanos
tomaremos la más importante de las decisiones políticas. El próximo 6D
cívicamente elegiremos una nueva Asamblea Nacional que responda a los intereses
nacionales y no a las apetencias partidistas.
Para ese día serán
millones de hombres y mujeres de este solio que emergerán de sus hogares para
sellar un compromiso con el porvenir de Venezuela.
Ese domingo millones y
millones de votantes marcarán la tarjeta de la Unidad y se manifestarán su
deseo de un cambio de dirección en la conducción de la república.
Veremos desde la mañana
hasta la tarde colas y colas de venezolanos que festejarán la mayor y la última
de las filas, esa que procreará a punta de votos una nueva Venezuela.
Quiero, como integrante
de la sociedad democrática venezolana, que la jornada se lleve adelante en paz
y tranquilidad, mas esto no indica que quienes estamos ganados a la idea de una
Venezuela libre estaremos descuidados.
Ante las amenazas cada vez
recurrente del régimen surge del seno de la sociedad una voluntad cada vez más
fuerte de la ciudadanía para salir a votar y demostrarle a quienes ostentan el
poder que nunca ha existido yugo que pueda contra este pueblo.
Como dignos
representantes de las gestas independentistas saldremos valientemente a
construir nuestro propio futuro.
Particularmente mi voto
por el cambio será un gesto de reconocimiento al verdadero bolivarianismo a ese
que está marcado por la solidaridad, el amor a la libertad y el más sublime de
los sentimientos nacionalistas.
Porque, aprovecho para
decirlo, ese día se debe imponer el bolivarianismo real ante los
bolivarianistas-peseteros que hoy gobiernan en Miraflores.
Construyo en mi mente la
imagen de ese día. Colas de ciudadanos portando la bandera tricolor, festejando
su voto y defendiendo el cambio.
¿Qué no se dejarán?
Hagan lo que hagan, digan lo que diga, este 6 de diciembre observaremos una avalancha de votos en favor de la Unidad,
los cuales representarán la mayor diferencia electoral de toda la historia.
El 6D será recordado
como el gran día del reinicio de la democracia y de las libertades públicas
para los venezolanos. El 6D quedará en los anales de nuestro pasado como la
fecha en que los venezolanos dijeron “hasta aquí” y se labraron en las urnas su
propio futuro.
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