Cogito ergo sum-.
Ante la verborrea incesante de
calificativos que esgrime constantemente el régimen venezolano, y el uso
permanentemente incorrecto y manipulado de lo que es la extrema derecha,
quisiera por responsabilidad aclarar algunos tópicos conceptuales e ideológicos
sobre el término doctrinario.
¿Qué es la extrema
derecha? En el mapa ideológico existen
posiciones de derecha o izquierda, entendiendo la primera como conservadoras,
tradicionalistas o reaccionarios en algunos tópicos, mientras que su antítesis
es más liberal, revolucionaria e incluso anárquica.
Cada pensamiento
político posee una serie de gamas y ramificaciones que imposibilitan el uso
baladí de los términos en el discurso político.
El presidente Nicolás
Maduro, y su antecesor, han empleado el calificativo de “derecha” para denominar
y encasillar a todo aquel dirigente político o movimiento que no comparta o
rechace su visión de país.
No obstante, la “extrema
derecha” no es única, por el contrario los movimientos de este punto de la geolocalización
ideológica tiene puntos que los diferencian, así como el comunismo posee sus
interpretaciones maoísta, stalinista, leninista y trotskistas.
El ejercicio de la
extrema derecha es ultranacionalista, llegando al chauvinismo, militarista en
grado sumo y totalitario. En estos puntos coinciden.
Lo anterior, hago la
salvedad, demuestra claramente que un dirigente de extrema derecha no puede ser
señalado o acusado de “traidor a la patria” o “apátrida”, porque como puede
leer los extremistas de la derecha llevan su nacionalismo a puntos de paroxismos.
El Fascismo, padre de la
extrema derecha moderna, fue un movimiento totalitario, militarista, autárquico,
ultranacionalista que resumía su
filosofía en la supremacía del Estado.
El Nazismo alemán, copia
del pensamiento fascista italiano, poseía sus concepciones políticas basada en
la supremacía de la raza, en este caso la “aria” y en la pureza de la sangre.
Lo que nos permite inferir que cuando el madurismo habla de “fascistas y
racistas” es un error o llana manipulación porque el fascismo original no era
racista, en cambio su par germano sí lo era.
El falanguismo español,
el original aquel esbozado en su carrera pública José Antonio Primo de la
Rivera y no el ejercido por el General Francisco Franco, no creía en la
diferencia de razas, ni en el poder absoluto del Estado, por el contrario
pregonaba el poder ciudadano a través de la organización del trabajador en
núcleos de organización social.
Mientras el
nacionalsocialista alemán (no por el mote socialista hay que confundirlo con la
izquierda) preconizaba una religión de partido, los falanguistas españoles con
su nacionalsindicalismo defendía el catolicismo como modelo moral de la
sociedad.
Para los ibéricos la
unión nacional se concebía en la fe, el orden tradicional y en la unión de los
españoles en gremios organizados, es decir, el poder no radicaba en el Estado
sino en el trabajador.
En Portugal Oliveira
Salazar a través de su “Estado Novo” implementó una dictadura
autoritaria y corporativista que enfrentó el colectivismo comunista y el
individualismo de la derecha liberal.
Es importante recalcar
que la extrema derecha al ser anti-individualista repudia la derecha liberal y
el capitalismo como fórmula económica.
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