Cogito ergo sum-. Quienes me conocen saben
la fascinación que produce en mí la
historia y las enseñanzas que el pasado le ofrece a las acciones del presente y
a la elaboración de los análisis posibles del porvenir.
Ante este enamoramiento
con la historia he sido increpado en no pocas veces con la pregunta ¿cuál es tu
personaje favorito?, con lo cual siempre he entrado en una situación difícil e
incómoda, debido a que el interlocutor no acepta una lista prolongada de
nombres sino que espera simplemente la mención de un héroe o ícono de la
universalidad del ayer.
Quisiera esbozar aquí la
razón por la cual ha sido tan escabroso darle contestación a esta interrogante.
En la historia venezolana
reconozco el peso y la significación de la figura del Libertador Simón Bolívar
a tal grado que me considero un verdadero bolivariano, no obstante el personaje
que más me ha llamado la atención en nuestra Guerra de Independencia y de
nuestro nacimiento institucional como república ha sido el General José Antonio
Páez.
Páez no es simplemente
el gran héroe de las Queseras del Medio, Mucuritas, El Palmar y la segunda
batalla de Carabobo, sino que es el fundador de la República de Venezuela. El General
Páez simboliza la capacidad del venezolano de superación personal, de
inteligencia innata y fuerza de voluntad.
Más recientemente es
poderosa la presencia del General Marcos Pérez Jiménez, a pesar de ser
considerado un duro dictador, su visión de Estado y de concepción republicana
permitieron a la nación vivir un esplendor económico incomparable en nuestro
pasado.
Dentro de la era
democrática creo que el actor histórico más importante, sin desmeritar la
presencia y acción de otros, fue la del ex presidente Rafael Caldera.
¿Por qué razón? Porque el
Dr. Caldera logró pacificar el país en dos ocasiones, él representó la reserva
moral de la nación y encarnó la victoria de la verdadera democracia al romper
con aquel mito que “Gobierno no pierde elección” al derrotar por estrecho
margen al gobernante Acción Democrática, lo que igualmente llenó de honor
histórico al entonces presidente Dr. Raúl Leoni.
En la historia
Universal, puntualmente durante los emperadores romanos, siempre he creído que
la figura casi imperceptible, tal vez timorata y no tan famosa del Emperador
Claudio es uno de los enclaves de la vida imperial romana que debe llamarnos a
reflexión.
En la historia británica
Winston Churchill en la Segunda Guerra Mundial dejó una huella imborrable. Con
relación al camino del ayer de los Estados Unidos han sido emblemáticos los
personajes de Abraham Lincoln y de Richard Nixón, por cierto, ambos del partido
Republicano.
Sobre la historia
española debemos tener presente la capacidad de acción de Isabel y Fernando,
los reyes católicos, y ya en el siglo XX la significación del pensamiento
político de José Antonio Primo de la Rivera.
Otros de los personajes
de la universalidad, esta vez de la historia de la Iglesia, que no pueden dejarse
a un lado son San Juan XXIII, San Juan Pablo II, Santo Tomás Moro y San Agustín
de Hipona.
Todos deben ser leídos y
entendidos en su dimensión histórica.
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