Cogito
ergo sum-. Desde
hace mucho tiempo se ha escuchado el rumor, se ha leído líneas escuetas, hemos
percibido opiniones vacilantes alrededor de un grupo denominado el Cartel de
Los Soles.
Pareciera
que con el arribo de Leamsy Salazar, ex jefe de escoltas de Hugo Chávez y de
Diosdado Cabello, a Washington se desvela el misterio de la existencia de esta
organización encargada del negocio de los estupefacientes dentro del país.
Al
momento de escribir este artículo han paso escasas horas del inicio de la
colaboración del Capitán de Corbeta venezolano con División de Operaciones
Especiales de la Agencia Antidroga de Estados Unidos (DEA), no obstante el
panorama luce como el inicio de un eclipse.
Presuntamente
se ha venido publicando por varios medios de comunicación digitales, y a través
de una gama de enlaces publicados por las distintas redes sociales, que el
otrora jefe de seguridad del presidente Chávez y cercano colaborador del presidente
de la Asamblea Nacional (AN), Diosdado Cabello, habría señalado a éste como el jefe
del Cartel de Los Soles.
Lo
cierto es que al oficialismo se le avecinan
tiempos muy rudos, más de los que hoy viven. Las acusaciones que empiezan a
tomar forma en el ámbito internacional serán golpeas constantes y cada vez más
fuertes que tendrán que resistir en medio de una crisis económica, política,
social y de liderazgo que jamás han experimentado.
Los
señalamientos de “Narco-Estado”, no son novedosos. En los últimos 16 años se ha
acusado en reiteradas oportunidades al Gobierno venezolano de ser permisivo y
blando en el combate en contra de la comercialización de drogas dentro del
país.
Cada
vez que los voceros de la gestión actual venezolana han atacado a sus enemigos
en este plano algunos han salido a insinuar que “cada ladrón, juzga por su
condición”, aunque en ninguno de los casos anteriores esto ha pasado de meros
argumentos de debate político o leves alusiones sin profundidad.
Debido
a esto es presumible que el Ejecutivo nacional desestimará los señalamientos de
Salazar, lo llamarán traidor, “vende-patria”, cachorro del imperio, emprenderán
campañas difamatorias, crearán potes de humo, enfilarán todas sus baterías
comunicacionales en contra de él y de su pasado.
Lógicamente
harán, desde el Gobierno, como hiciese Stalin en los tiempos más oscuros de la
extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), un “borrón” de su
paso por las altas esferas del poder.
Lo
borrarán de la historia. En las naciones comunistas cuando uno de sus altos
personeros caía en desgracia le se eliminaba hasta de los retratos oficiales,
de las imágenes, de la lista de reconocimientos.
Simplemente desaparecían.
Los
soles que estaban brillando, según estas imputaciones que se están presentado
en los Estados Unidos, quedarán eclipsados por una luna de elementos que le
pudieran estar amargando la existencia a más de un dirigente del oficialismo venezolano.
Ante
el eclipse que se posa ante estos soles se abre un nuevo horizonte lleno de
expectativas tanto en la política interna como externa de Venezuela.