Cogito ergo sum-. La apropiación forzosa del Estado con
relación a Clorox y Venoco es parte de la “fórmula socialista”, como lo afirmó
el mismísimo Nicolás Maduro, que se está aplicando en el país para terminar de
destruir el aparato productivo venezolano.
El afán del Gobierno socialista
es destruir todo a su paso, es aniquilar la capacidad individual y grupal de
producción y a través del engaño de “poder para el pueblo y los obreros” tratar
de canalizar hacia la desgracia a todas las naciones que han gobernado.
Me imagino que varios socialistas
de viejo cuño, aquellos que lanzaron
piedras encapuchados y que militaban en las estructuras partidistas de
la izquierda en la mal llamada “Cuarta República”, mejor decirle la “República
Civil”, se sentirán con un “fresquito en el alma” cuando ven que se están
expropiando los últimos reductos de capital privado venezolano.
En mi imaginación veo a señores
como Henry Falcón esbozando una sonrisita de satisfacción al ver como Nicolás
afianza el proceso de cubanización del país, terminando con los espacios
privados y de producción que sobreviven en una Venezuela aniquilada por el pensamiento
socialista.
Los comunistas siempre han soñado
en su utopía de un sistema sin dinero, de allí aquella para entonces
ilusionaría aseveración del ex presidente Chávez hablando del trueque en las
comunas socialistas, no obstante aquello que parecía muy lejano se está viendo
actualmente en la cotidianidad venezolana.
Hoy nuestras amas de casa
hostigadas por la escasez y el desabastecimiento compran y guardan productos
para luego intercambiarlos por aquellos que no poseen; y usted dirá que
antiguamente también se hacía, con aquellos de “pásame un poquito de azúcar”,
no obstante antes se realizaba por facilidad y premura en la preparación de los
alimentos hoy es por la necesidad ante el fracaso de la gestión económica del
socialismo.
Esta realidad tan lamentable se
ha repetido incesantemente en todos los rincones del mundo donde la bota roja
del socialismo ha pisado a los pueblos, así sucedió en la extinta Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas, igualmente en la extinta Yugoslavia, en el
Chile de Allende, en la Nicaragua de Daniel Ortega y de los sandinista y así lo
padecen en este momento en China, Corea del Norte y especialmente en Cuba.
La fórmula socialista extermina
los sueños de desarrollo y progreso de la sociedad, se traga con voracidad de
depredador las ilusiones de un mejor mañana para la mayoría del pueblo y las
reemplaza primeramente por un cóctel de sueños esperanzadores y de farsas
convertidas en pensamientos políticos y en oratoria embaucadora, para
posteriormente pasar a la etapa superior del socialismo: La miseria total.
Nicolás Maduro, como buen alumno
de esa izquierda que quemaba caucho y se expresaba en contra de las
administraciones civilistas de Acción Democrática y Copei, está encaminando a
la república hacia la instauración de un Estado plenamente autoritario,
socialista e inhumano.
Ante el fracaso de la gestión de
Maduro y ante la amenaza cada vez más cierta de la instauración de un régimen
plenamente cercenador de los derechos individuales y colectivos del pueblo,
tenemos que levantar las banderas de un pensamiento distinto en lo social,
político y económico.
Tenemos que izar las banderas de
un nacionalismo reivindicador, de una democracia vigorosa y responsable, nos vemos en la obligación social y moral de
erguirnos en medio del pandemónium socialista para desarrollarnos como
guerreros de una filosofía cristiana, nacional, social y profunda que rescate a
Venezuela del foso en la cual la hundieron 15 años de socialismos y espejismos.
La fórmula socialista hay que
combatirla con el antídoto del nacionalismo, al pensamiento izquierdista hay
que derrotarlo con democracia activa y al ateísmo militante de los rojos
arrasarlo con la fe y la caridad cristiana.
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