Mar de Leva-. Los gobiernos,
partidos políticos e inclusive empresas o factores individuales como
deportistas, artistas, entre otros, son proclives a realizar un uso consciente,
planificado y premeditado de la desinformación como medio para alcanzar un
objetivo en la opinión pública del ámbito que le compete.
Existen dos tipos de desinformación,
la estratégica y la táctica, en este caso hablaremos brevemente de la segunda abordando
el porqué de su uso y cómo se debe emplear.
En ocasiones a un dirigente, partido,
gobernante, empresa o personalidad del mundo de espectáculo o del deporte, le
interesa que una puntual información no se publique de la forma correcta sino
que buscará, mediante el uso de técnicas, cambiarle la orientación para su
beneficio.
Sin embargo, antes debemos
conceptualizar el término, es decir, la desinformación puede entenderse como un
conjunto orquestado de ardides en una era en que los medios de comunicación se hayan enormemente
desarrollados.
También puede entenderse como: las informaciones falsas que se hacen colar
a la opinión pública generando una reacción favorable al desinformador y
perjudicial para su oponente, enemigo o adversario.
Dícese, por algunos autores que,
es la acción de inducir a error mediante
uso de informaciones falsas.
Lo cierto es que el desinformador
para lograr su objetivo necesitará aplicar tres puntos fundamentales en su
retórica: Demonización del adversario,
los Adjetivos Disuasivos y el Misticismo.
Todos imbuidos en un mensaje que sea creíble y aceptable por los receptores.
En el primero de los casos el
mensaje debe estar dirigido a entablar una especie de “Guerra Santa”, entre el
mal que representa nuestro adversario, y los ángeles que son encarnados por “nosotros”;
segundo el uso de palabras y expresiones que no admiten réplica, ni menos
razonamiento lógico, como: Irreversible,
incuestionable, inquebrantable, inasequible, insoslayable, indeclinable.
Y por último el Misticismo es el
método que permite el retórico-desinformador entretejer un red de enigmas y de
dibujos verbales con expresiones sibilas, ambiguas y enredadas, permitiendo que
las interpretaciones emerjan de los públicos receptores, y aceptando cualquier
interpretación lo que generará el error.
¿Cómo hacer común una
desinformación? Se pueden emplear diferentes técnicas como:
-
La
filtración: Es cuando la noticia
filtrada siempre viene “protegida” a cambio del secreto de la fuente emisora.
-
La sobreinformación:
La divulgación en exceso de datos e informaciones que incitan más a la
desorientación que a la reflexión de la información.
-
Selección
ventajosa: Sólo se dice lo que se quiere decir y/o conviene decir.
-
Descontextualización:
Se extrapola la información dentro del contexto en que se ha generado, no se
explica o profundizan las causas del fenómeno o suceso. Se inventan motivos o
justificaciones.
-
Falsedades:
Aunque la información es falsa, se entrelaza con datos verificables, reales y
ciertos, creando una información “relativa”, que sea creíble a los públicos
metas.
-
Errores:
Se elaboran informaciones con datos inciertos.
-
Especulaciones:
Hipótesis, datos no confirmados, los rumores.
-
La
analogía: Son parangones disimiles y en ocasiones contradictorios, y que a
pesar de ello son unidos creando figuras verbales emotivas que son difíciles de
derrumbar con simples argumentos “lógicos”.
-
El rumor.
-
Eufemismos:
Presentación de palabras y lenguaje estudiados para no determinar el sentido
real de una aseveración o contenido conceptual de una oración.
En conclusión la desinformación
es una táctica altamente eficiente en el proceso comunicacional, es ampliamente
usada y trae consigo el “nacimiento de verdades” que suelen ser aceptadas por
los públicos y por la Opinión Pública, siempre y cuando no exista un proceso de
contracomunicación por parte de sus “victimas”.
Recuerden que comunicar no es sólo hablar… Pensar no sólo es
creer que se está pensando.
Twitter: @jdsolorzano
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