Cogito ergo sum-. Desde los
diciembres de la alegría a los eneros de encuentros furtivos.
Con esta línea hubiese empezado
este escrito si se tratase de un relato en prosa, como si fuera un cuento inédito
y contado en más de un 2000 ocasiones en el transcurso en estos dos milenios;
estos meses en particular para los venezolanos han traído encuentros y desencuentros,
emociones claroscuros, han sido como lo es, y siempre lo será, el nacimiento y
la muerte de algo, no sólo de un año.
En diciembre vemos florecer como
la rosa roja las gaitas, los aguinaldos, parrandas y las melodías de la Billo´s
Caracas Boy, en estos días nos sumergimos en un mar de buenos propósito, aunque
a la medida que nos adentramos en las costas del mes de enero, ya próximo a
atracar en la bahía de febrero, se nos van esfumando.
En las Navidades somos parte de
una sólo cuerpo de cortesía y hermandad, en enero damos paso a nuestra personalidad
nuevamente conquistada por los males de nuestra sociedad, de los problemas
personales y las ambiciones desmedidas.
Sin embargo, dejemos todo esto a
un lado y permitámonos ir un poco más adentro en la historia nacional, los
venezolanos pasamos de la algarabía de los 50 a las opulencias de los 60 y 70,
para después entrarnos a un ciclo peculiar de consumismo y poca tradición en
esos 80 y 90, sin embargo cada cual con su particularidad se fue diluyendo en
la medida de la nueva aparición del “ser revolucionario”.
En “revolución”, en “socialismo”
diciembre se ha convertido en un momento de suma preocupación, ¿cuántas
personas usted no vio haciendo milagros para conseguir los ingredientes de las
hallacas? ¿A cuántos no vimos sacrificándose, dejando de comprarse su estreno
de Navidad o Año Nuevo, para poder completar los regalos y la ropita a los
niños?
Sí, en socialismo la Navidad se
ha convertido en un momento de preocupaciones. Tal vez nuestras personalidad
alegre, bulliciosa no nos permite ver esto, mas si lo sentimos con punzadas terribles en
nuestros bolsillos, y esencialmente en nuestra alma imbuida por recuerdo de un
pasado mejor.
Diciembre significa emoción, unión
familia, aquel abrazo sincero y emocionado, también es una época de evaluación
y tristeza, por el adiós dado o en ocasiones por aquel que no pudimos dar;
Enero por su parte es de proyectos, de anhelos, de nuevos sueños que nacieron
con el alba de aquella ruidosa madrugada del día primero.
¡A nacido el Año Nuevo! Y los
sueños retornan a nuestra mente y aquellas metas cansadas, agotadas por los tropiezos
nuevamente vuelven a flotar en el aire como inquietas golondrinas en el
ventanal de la historia.
De mi parte, con suma humildad y
sinceridad, les deseo a todos los venezolanos, a todos y cada uno de los hijos
de esta tierra un venturoso 2014. ¡Qué Dios Todopoderoso nos colme de bendiciones
y nos permita salir de este agujero socio-político en el cual nos ahogaron un
puñado de aventureros guiados por un demagogo experto.
Sé que este enero que está comenzando será de
renovación, de emotividad y de ilusiones resucitadas en el corazón de aquellos hombres
y mujeres de buena voluntad que desean el bien común y la solidaridad como
mecanismos para enriquecer su vida, no tanto con dinero, sino con metas
logradas, sueños cumplidos y una cuenta de ahorro de sonrisas y bendiciones.
¡Feliz Año Nuevo Venezuela!
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