Cogito ergo sum-. Las doctrinas políticas, cada una desde su óptica
y concepción del mundo, defienden sus planteamientos, ideales y percepciones
sobre la sociedad, ante esta realidad y despojándonos del pragmatismo que en
ocasiones es tan encantador y a la vez letal, esbozaré algunas líneas sobre el bien común que es un principio básico
del pensamiento demócrata cristiano del mundo.
Cuando afirmamos que el individuo,
el ser humano, es y debe ser el eje central de toda sociedad, cuando aseguramos,
parafraseando a Jacques Maritain, que
no es el hombre el que se forjó para el Estado sino por el contrario es éste
que se creó para aquél, demostramos que la supremacía obstinada de los
materialismos jamás podrá doblegar el ímpetu de los seres vivos.
Papa emérito, Benedicto XVI |
El bien común no es sólo una frase hueca o una simple expresión para
adornar con retóricas exquisitas los esmerados discursos de los elocuentes
dirigentes de los diversos partidos políticos, en realidad es una visión
compleja del cómo mirar la sociedad y la responsabilidad del Estado y de todos
los que la integramos para inspirar el porvenir de un país.
Su Santidad Benedicto XVI
escribió en su Encíclica papal Caritas in veritate que: “desear el bien común y esforzarse por él es exigencia de justicia y
caridad. Trabajar por el bien común es cuidar, por un lado, y utilizar, por
otro, ese conjunto de instituciones que estructuran jurídica, civil, política y
culturalmente la vida social, que se configura así como pólis, como ciudad. Se
ama al prójimo tanto más eficazmente, cuanto más se trabaja por un bien común
que responda también a sus necesidades reales”.
Esta filosofía de vida, de
acción, de compromiso social, lleva a todos aquellos hombres y mujeres que la
viven, como parte de su responsabilidad común, a superarse mutuamente y a
enfrentar con solidaridad y hermandad los problemas sociales que se nos
presentan como aguijones que penetran el cuerpo de la sociedad nacional y
continental.
El Dr. Rafael Caldera, ex
presidente de Venezuela en un par de ocasiones, en su libro “Bien Común Universal y Justicia Social
Internacional” esbozó magistralmente que
"… desde la más natural y
estable de todas, que es la familia,
hasta la más artificiosa y fugaz, toda colectividad tiende a un fin propio suyo, que, con pleno
derecho, puede llamarse su bien común".
Doctor Rafael Caldera, dos veces presidente de Venezuela |
Continuaba Caldera, con fino
intelecto acotando que “el Estado debe garantizar a cada uno la
más amplia esfera de acción, dentro del
aseguramiento del orden, de la convivencia
armónica y del acceso de todos a la generalidad de los recursos. Creo
que como gerente del bien común, el
Estado debe asegurar la paz, la libertad, la salud, el conocimiento y la ciencia, el acceso a los
medios sin los cuales el hombre no
podría cumplir su fin propio”.
Gómez Morin, dirigente del PAN-México |
Por su parte Manuel Gómez Morin,
dirigente del Partido Acción Nacional (PAN) en México, aseveró que "el Bien Común que engrana, conjunta y
supera por la Justicia, la Libertad y el Orden, estas dos opciones que un siglo
estúpido y sus continuadores perversos proclaman como opuestas
irreconciliablemente; la expresión sencilla y modesta de estas afirmaciones,
empieza a constituir ya una idea-fuerza, como decían los sociólogos de ayer, o
una mística, como se ha dicho siempre para nombrar ese ímpetu espiritual que
hace del heroísmo o de la santidad estilo de conducta individual, y empuja
incontrastablemente los grandes movimientos sociales o nacionales".
Concluimos que el bien común debe ser una meta y un
instrumento, tiene que ser una motivación y un objetivo; es la dicha de todos
los integrantes de una sociedad, de un colectivo nacional, el propósito que mueve este pensamiento
político, el bien común, que se verá
superado solamente por la caridad
política.
Twitter: @jdsolorzano