Cogito ergo sum-. Me parece
que algunos en este país necesitan una habilitación mental, porque no están
utilizando todas sus capacidades cerebrales, sin embargo esto no es peligroso,
lo que sí es alarmante es que mucho de ellos tienen libre desenvoltura en los
medios de comunicación e incluso en toma de decisiones importantes. ¡Dios nos
cuide!
La Ley Habilitante según mi
criterio no está justificada para combatir la corrupción, debido a que este
flagelo no proviene de una dificultad o vacío constitucional, por el contrario
si algo produce la corrupción es la inmoralidad y la carencia de formación
política y pública.
El corrupto es sencillamente un
inmoral, un hombre y/o mujer que no tiene límites en su egoísmo y en su
individualismo, entonces esto no se detiene con uno o dos artículos en la
Constitución, por el contrario se eliminará el día que cada uno de nosotros
asumamos nuestro rol en la construcción de una sociedad más limpia y justa y,
sobre todo, cuando el Estado dé un paso al frente y en verdad se enserie en la
lucha contra esta triste realidad.
Quisiera, antes de exponer otras
ideas propias citar a tres personajes de la vida pública nacional, el primero
el señor Hermán Escarrá, quien aseveró que:
“En el artículo 203 de la Constitución Bolivariana de Venezuela, las leyes
habilitantes están consagradas junto con las leyes orgánicas, en donde
establece los mecanismos de control y el sistema que debe aprobarse para que el
Jefe de Estado a través de la Ley Habilitante pueda legislar y tomar decisiones
fundamentales, bien sea de nuevas leyes o de reformas parciales en el sistema
jurídico que existe en contra de la corrupción”.
Por su parte el joven diputado de
la alternativa democrática, Stalin González, también se expresó de la siguiente
forma:
“La lucha contra la corrupción requiere de voluntad política, y ello
exige el respeto a la Constitución vigente y las leyes destinadas para tal fin.
El presente gobierno se caracteriza por la más absoluta opacidad en el manejo
de la información pública, incluyendo una gran parte de los ingresos de la
nación, que han sido colocados fuera del control parlamentario y son manejados
a discreción, estando aquí una de las principales fuentes de corrupción: la
falta de transparencia”.
Y el tercero al que quiero traer
a colocación es al mismísimo Nicolás Maduro quien manifestó que:
“Voy a pedir, compañero presidente de la AN, una Ley Habilitante para
ir a un proceso profundo y establecer las normas más rígidas y severas para
combatir la corrupción y la pena más severa para castigar todos los delitos de
lavado de dinero, de legitimación de capitales”.
Ahora bien, la habilitante no es,
como ya dijimos, un requisito necesario para batallar en contra de la
inmoralidad administrativa, lo que el Gobierno necesita, si en verdad asume
esta lucha, es mano dura y rectitud en todas sus decisiones y acciones.
Lo que pareciera que es la pretensión
de Nicolás y su combo es crear la sensación de que ellos levantan las banderas
de la anti-corrupción y colocan en el terreno de los diputados de la oposición
la decisión de aprobarle o no la habilitante, en el primer caso ellos ganan
porque empezaran ciertas acciones y surgirán algunos chivo expiatorios y en el
segundo de los casos serían los representantes de la Mesa de la Unidad
Democrática (MUD) una “sociedad de cómplices” como ya lo aseveró Diosdado
Cabello.
Aquel que no vea la estrategia
oficial y la trampa que se cierne sobre la oposición es que se niega a verla,
en un estado subconsciente, o ese sí necesita una habilitante, en este caso,
mental.
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