Ya sabemos que las fuerzas que
acompañan a Nicolás Maduro se atrincheran en una negación constante a la
posibilidad de una salida consensuada a la crisis política actual, mientras que
los seguidores de Capriles, y él mismo a la cabeza, se mantienen firmes en el
reclamo, justo y legal, de la verificación de las elecciones, pero en medio de
toda esta vorágine se avecinan nuevas realidades que amenazan con mellar aún
más la estabilidad social de los venezolanos.
Es evidente que estamos inmersos
en una crisis económica sin parangón en la historia nacional, porque si muchos
de los venezolanos que vivieron en la época del paquetazo neoliberal de Carlos
Andrés Pérez creen y piensan que ha sido lo peor que le ha sucedido a la nación
deben esperar, confortablemente, lo que acontecerá en la nación cuando ya el Gobierno
le falten los billeticos verdes, sí esos mismos que producen en el imperio,
para financiar las misiones sociales, las diferentes ayudas económicas y para
seguir manteniendo un sistema caduco, envejecido y sin nada de productividad.
Los campos venezolanos están
desasistidos, es bueno preguntarse qué pasó con la gestión de Elías Jaua en
este aspecto, cuando estuvo al frente del ministerio de Agricultura; es demás
de obvio que el parque industrial nacional está vuelto migajas y que la
capacidad venezolana de reacción económica es nula, y en medio de todo este
desastre el régimen continúan con las políticas leoninas para nuestros clientes,
lo que es demostrables al observar los créditos y los intercambios de petróleo
criollo por los “sobrantes”, como aseguraron en Bolivia por ejemplo, de lo
producido por estas repúblicas que viven, muchas de ellas, de las dadivosas y
espléndidas medidas comerciales del gobierno rojo, rojito.
¿Qué se puede esperar de un
Estado que sólo vive de la producción petrolera y de nada más?, ¿qué se puede
esperar de un gobierno que no le gusta cobrarle a sus clientes por la simple
razón de que son “camaradas de luchas anti-imperialistas”?, no señores si
quienes están en el Palacio de Miraflores no dan un viraje de 360 grados a la conducción
económica nacional se puede aplicar aquella famosa frase del ex presidente Luis
Herrera Campins, “compren alpargata, porque lo que viene es joropo”, y ese
ritmo atravesado no solo golpeará a los más necesitados de la población sino que
tal vez pueda despertar el mismo sentimiento que se consumió al Gobierno de
Pérez a escasos meses de estar montado en el coroto, es decir, sea la partera
de una explosión social.
Pero no solo los retos que se
posan al frente de la nación son de carácter socio-económico, como los ya
expresados, sino que es muy probable que
en los próximos meses se generen trastornos de carácter político que golpeen
con fuerza la ya endeble situación de un mandatario que no está despertando confianza
en nadie, ni siquiera entre los más férreos simpatizantes del ex Jefe de
Estado.
Mientras que el madurismo tendrá
que navegar entre las aguas de quienes piden más profundidad en la “revolución”
y entre quienes buscan estabilidad por encima de alteraciones, la alternativa
democrática debe moverse como pez en el agua para que sus reclamos en materia
comicial no provoquen un desánimo en los sectores duros de la disidencia, a la
vez que batallan en contra de algunos agentes políticos infiltrados en los
estados y municipios, que de seguro promoverán acciones, auspiciados por el
oficialismo, para hacer tambalear la unidad que tan buenos beneficios políticos
le ha traído a la oposición venezolana en los últimos tiempos.
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