Cogito ergo sum-. Jorge Mario Bergoglio, llamado Francisco I, es el
nuevo Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, nacido en
Argentina, es el primer Papa latinoamericano e integrante de la Compañía de
Jesús que llega al Trono de San Pedro, su elección en un cónclave relativamente
rápido, demuestra que los aires de modernización y de consolidación de la evangelización
serán esenciales y prioritarios en esta naciente etapa de la fe.
El cambio vivido con la renuncia
de Benedicto XVI, hoy Papa Emerito, evidencia que el catolicismo abre sus brazos
a la nueva era de la humanidad, pero manteniendo su creencia firme en el dogma
de la religión y del mensaje dejado en la tierra por Jesús de Nazaret, nuestro
Salvador.
El novel obispo de Roma y vicario
de Cristo en la tierra es un moderado prelado que se ha caracterizado por su
bajo perfil, pero también por su entrega y determinada defensa de la fe en
Dios; la Iglesia está viviendo cambios
importantes, sin que estos desvirtúen las creencias que son los cimientos de la
fe de más de mil millones de católicos alrededor del mundo.
De esa misma forma el mundo vive
y tiene que hacer cambios necesarios para que la fraternidad humana sea una
norma; aquí en Venezuela también soplan vientos marinos de transformación y de futuro, Dios está tomando en sus manos
las riendas de nuestro país, no por nada el nuevo Santo Padre fue Nuncio
Apostólico de la Santa Sede en nuestra nación, no por nada se nos brinda, desde
las alturas, nuevas oportunidades para enrumbar el camino hacia sendas de
humanidad, unión y hermandad entre todos los venezolanos.
El Papa latinoamericano es una
demostración de la iglesia, pero también es un gesto de la Divina Providencia,
para que nuestro continente asolado por regímenes socialistas y ateos (muchos
de ellos de derechos y otros en la práctica)
no esté solo.
¡Oh Dios mío que sabio y grande eres!, cuando Europa del Este
necesitaba la voz altiva de un defensor de las almas, usted Señor iluminó a
aquellos Cardenales que eligieron a Karol
Józef Wojtyła como el Santo Padre del catolicismo y la cristiandad, quien en su
oportunidad se hizo conocer con el nombre de Juan Pablo II, y hoy cuando
América Latina necesita de una mano
amiga, solidaridad, fraternal, el Padre de los cielos y de la tierra, vuelve a
colocar su mano y a través del Espíritu Santo conmueve la razón de los
purpurados que colocaron como cabeza de la iglesia a un hispanohablante.
Nosotros los católicos latinoamericanos
e inclusive aquellos hermanos de las iglesias separadas, tienen que tomar la
elección de Francisco I, como una manifestación de Altísimo de que esta tierra
es vista con ojos de misericordia y amor por nuestro Creador, es una expresión
viva, real y palpable que Dios nos extiende su mano, así como lo hace con cada
uno de los hambrientos del mundo, con cada uno de los afligidos de esta
humanidad. Así es Dios: amigo siempre, incondicional y entregado, con el amor
infinito en sus acciones llenas de perdón.
El cambio se esparce como la semilla en
la tierra fértil, el Señor nos muestra con hechos que está presente aquí a
nuestro lado, que nunca nos ha abandonado, que su sentimiento de compasión y de
amor sincero es latente y eterno; Él nos
mira con los ojos de una madre o de un padre, porque Él es el progenitor, el
creador de todos nosotros, creamos o no, lo aceptemos a no, Él es el único
padre que tenemos y que tendremos.
Son tiempos de reflexión, recordemos
que estamos en la cuaresma época cuando debemos revisarnos y analizarnos
profundamente, son momentos de cambios en el interior de nuestra alma, y de
nuestras acciones… No, no te escodas, ni niegues lo que vivimos, Dios es
compasión, es grande, Alabado sea el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, soplan
aires de cambios en Venezuela, porque Él guía nuestro destino.
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