Cogito ergo sum-. El Sumo Pontífice de la Santa Madre Iglesia
Católica, Benedicto XVI, anunció responsablemente su renuncia al papado por
encontrarse extenuado físicamente para llevar la carga de la defensa de la fe y
de la doctrina de la iglesia, con humildad el líder espiritual de más de mil
millones de personas alrededor del mundo pidió perdón por sus errores y pecados
y anunció que al dejar la silla de Pedro se retirará a un claustro a rezar y a
reflexionar al amparo de la infinita bondad del Señor.
Quienes somos católicos y
profesamos el cristianismos como nuestro dogma de fe y como una visión santa y
apostólica de la vida tenemos que unirnos más que nunca en la defensa de la
tradición de nuestras creencias y rogarle a Dios Todopoderoso que ilumine a los
Cardenales, príncipes de la iglesia, en la escogencia del próximo Papa y que
éste posea la fuerza y la fe necesarias para afrontar los duros tiempos que se
avecinan y para mantener su rebaño unido en Cristo Redentor.
Cuando el Señor llamó a su
encuentro al papa Juan Pablo II todos los fieles de la tierra lo empezamos a
recordar con melancólica alegría llamándolo el papa “Grande” así como en otros
tiempos le dijimos a Juan XXIII el papa “Bueno”, hoy debemos recordar a
Benedicto XIV como el pensador, el pacificador, como el defensor de la doctrina
y del necesario rescate de nuestras tradiciones.
Cada vez más la fe se encuentra
debilitada, es sorprendente ver personas que hasta osaron reírse ante esta
situación nacida de una decisión tan atípica e inesperada de su Santidad, pero nosotros
los católicos solo nos resta solidificarnos en rezar y orarle al Dios viviente
de nuestros padres para que fortalezca, más que el hierro, nuestra certeza de
que solo Él es el camino y la vid de la salvación eterna.
El papa Benedicto XVI no solo fue
consciente de su realidad sino que luego de meditarlo mucho y de consultarle al
Espíritu Santo sobre el paso que iba dar le dio una lección a más de un
poderoso del mundo, el Papa el líder de un pueblo enorme diseminado por todo el
globo terráqueo dio sin temor, amparado por la protección Divina, el paso de
separarse de su poder, algo que muchos jefes de Estado y de Gobierno, sobre
todo en América Latina, deben entender como lo normal y justo.
¿Por qué condenar a los
gobernados a ser guiados por alguien que ya no puede conducirse por sí mismo?,
El Protector de la Iglesia, el sucesor de San Pedro, mostró con gallardía que
se debe ser muy sincero con el pueblo al cual se guía y consigo mismo, algo que
aquí en Venezuela algunos deben comprender y emular.
Al momento de redactar este
escrito es miércoles de cenizas, empieza así la Cuaresma, momento
importantísimo para el catolicismo y para todo aquel que sea cristiano, es la
hora esencial para meditar, reflexionar y ver en nosotros mismos ese
entendimiento liberador que significa la fe, por eso cada vez debemos ser
libres en Cristo y desatarnos de la tiranía del pecado.
Desde muchas tribunas públicas y
de poder se ataca con esmero a la Iglesia Católica, la cual sin duda a sufrido
por los pecados de algunos que infiltrándose en la Casa de Dios han mancillado
la sagrada institución, pero es lamentable como algunos se hacen más eco de las
pifias de la Iglesia que de los logros civilizadores y de las obras de caridad
y de amor al prójimo que ha realizado por la Humanidad; algunos dirían que lo
“malo” vende más noticias que lo “bueno” en el mundo del periodismo, pero como
reportero que fui y que siempre seré les aseguro que “las buenas nuevas”
siempre seguirán iluminando el camino de quienes las quieran escuchar.
¡Soy católico gracias a Dios!...
Creo en Dios Todopoderoso creador del cielo y de la tierra, creo en Jesucristo
su único hijo nuestro Salvador (…) creo en la Santa Iglesia Católica en la
Comunión de los Santos y la vida eterna, Amén.
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