Cogito ergo sum-. Quienes defendemos el nacionalismo como el método
para un reencuentro social de todos los venezolanos creemos que la nación somos
cada uno de sus hijos quienes bajo la protección, auspicio y dirección del
Estado podemos desarrollar todo ese potencial que como pueblo poseemos y que como
seres humanos Dios nos otorgó para crecer y mejorar siempre.
Hoy cuando Venezuela atraviesa
uno de sus momentos más álgidos de su historia, cuando estamos a merced de un
gobierno que además de heredero, o viudo, del marxismo de hojalata ese que
llevó a la quiebra política, social, económica y moral a Europa, es un
lacerante promotor del odio como sistema de represión y de dominio psicológico,
por eso los nacionalistas de verdad, los que amamos a esta tierra por encima de
todas las cosas, excepto de Dios, debemos dar un paso al frente y reivindicar
nuestro verdadero legado cultural y nacional.
Los nacionalistas somos
Venezuela, cada uno de los habitantes de este país es un pedazo de su tierra
convertido en carne y huesos, el espíritu de la venezolanidad está en cada uno
de nuestros pechos, por eso cuando el solio patrio es mancillado por
colonizadores de cubano acento o por una bandera extranjera de oprobio e
indignidad, debemos alzar la voz como respuesta natural y lógica de nuestra
idiosincrasia.
Nuestros pueblos aborígenes,
sobre todo los del oriente, al grito de Ana
karina rote, aunicon paparoto
mantoro itoto manto (Solo nosotros
somos gentes, aquí no hay cobardes, aquí nadie se rinde) defendieron sus
tierras, su cultura y su forma de vivir por encima de aquel invasor de largas
barbas y palidez sobrenatural. Asimismo el Libertador, Simón Bolívar, años
después al calor del insipiente y febril deseo de libertad pronunció aquellas
palabras de: “¡Qué los grandes proyectos deben prepararse con calma!,
trescientos años de calma, ¿no bastan?”, por eso me atrevo a afirmar que es la
hora de actuar con democrático y popular propósito.
Creo, y siempre defenderé, que el
nacionalista lo deben definir dos palabras: Pensamiento y Acción, cada día debemos prepararnos más, debemos
navegar por los océanos del conocimiento y adentrarnos en las profundidades del
alma humana, pero también debemos accionar con ligereza de caballería y firmeza
de infantería para lograr las metas que nos proponemos, no como individuos
egoístas y separados de la comunidad, sino como parte esenciales de la grandeza
de la nación.
¡Somos Venezuela!,
tú, yo, aquel, nosotros, somos todos hijos de este suelo que ha sido bendecido
por el Señor, por eso es un deber moral, ciudadano y popular el de combatir
contra los enemigos de nuestra patria, con aquel intruso apátrida que
disfrazado con un vendaje de demócrata quiere instaurar la dictadura del odio y
de la división social en nuestra Venezuela.
El legado de
Simón Bolívar, de José Antonio Páez, José Antonio Anzoátegui, Santiago Mariño,
de Sucre, Freites, Monagas, de mujeres como Eulalia Sánchez de Chamberlain
(Eulalia Buroz), Luis Cáceres de Arismendi, Juana “La Avanzadora”, entre tantos
más, debe ser rescatado bajo un nuevo ideal nacional que sea el máximo
exponente y ruta para el engrandecimiento de nuestro país y de todos los
venezolanos, debe ser la vía donde el hambre, la necesidad, la inseguridad y la
incapacidad actual se transformen en parte de un mal recuerdo.
Venezolanos no
permitamos que la apatía nos doblegue, son otros que disfrazan el sometimiento
con aquello de “rodilla en tierra” y lo que en verdad desean es a un pueblo de
rodillas; no permitamos que nos arqueen la moral, vamos con la frente en alto,
con el nacionalismo palpitante en el pecho a defender nuestro tradicional,
cultural y eterno empuje de luchadores, ¡porque al ser venezolano somos Caribe,
somos Bolívar, somos Venezuela hecha hombre y mujer!
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