Cogito ergo sum-. Ante el movimiento raudo e indetenible de los acontecimientos había tardado en redactar este artículo de opinión. Primero quiero expresar mi sentimiento de satisfacción ante la enorme cantidad de venezolanos que acudieron a las urnas electorales durante la jornada histórica del pasado 12 de febrero, ese día me sentí más venezolano que nunca; segundo quiero expresarle en medio de la tinta que se derrama al pasar inclemente del tecleo de esta columna mi determinación de continuar la lucha por la democracia. La campaña de las primarias pasó, el candidato que aupé por consciencia doctrinaria, por ética elemental y por principios básico no resultó favorecido, ahora con la misma pasión y entrega desde el pasado 13 de febrero enfilé mis energías y mi humilde aporte, cuantificado en un grano de arena, en hacer de Henrique Capriles el próximo presidente de Venezuela.
Capriles venció por designio del pueblo de Venezuela, el actual gobernador de Miranda supo converger a su alrededor muchas más voluntades que los demás candidatos, por cierto todos con extraordinarias cualidades políticas, gerenciales y humanas, pero la nación habló y hay que ver con sus palabras fueron pronunciadas con tanta vehemencia en los resultados de las primarias que puso a saltar al más pintao de los chavistas.
Henrique Capriles será el próximo presidente de la nación, no sólo por su abrumadora mayoría lograda en la consulta interna de la alternativa democrática, sino porque los esfuerzos de hombres como Pablo Pérez, Diego Arrias y Pablo Medina, sumados a la delicada firmeza femenina de María Corina Machado, será sus soportes principales. Amén de las insidiosas obervaciones de los voceros del oficialismo, Venezuela despertó el 13 de febrero con un candidato de la unidad, con el apoyo de la inmensa mayoría de la población.
Capriles será quien derrote a Chávez en las urnas, porque a partir de los escrutinios del 12 de febrero se transformó en un líder de la democracia, él dejó de ser un abanderado o dirigente político cualquier, sino que gracias a la voluntad de los venezolanos es el llamado a rediseñar el camino del progreso para el país.
Los tres millones de votos que tanto atormentan a Hugo Chávez, es tan sólo el preludio de la avalancha de votos que se manifestarán el venidero 7 de octubre, de esto no debe caber dudas, el Presidente de la República (por ahora) posee el sol en la espalda y ya los bríos de otrora se desvanecieron luego de más de una década de abusos de poder e imposiciones mezquinas.
En Venezuela hay un camino… ese camino que nos llevará hacia un porvenir de desarrollo y progreso. Rumbo al 7-O.
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