lunes, 13 de marzo de 2023

Maduro, juega bien // Por José Dionisio Solórzano



Durante años he escuchado todo tipo de insultos contra la clase gobernante venezolana, improperios como: “brutos”, “ignorantes”, y no se cuantos más, sin embargo los “brutos” han logrado vencer una y otra vez a los letrados de la oposición y aún se mantienen en la cúspide del poder.

Si la oposición quiere en verdad desplazar a la clase gobernante y ocupar los espacios de gobierno debe iniciar este proceso reconociendo que su adversario no es para nada torpe y que han demostrado una gran inteligencia para permanecer en el Palacio de Miraflores.

Argumentar que el chavismo se han sostenido gracias al poder de las bayonetas es una media verdad, pues quienes dirigen al país han sabido mantener el afecto y el apoyo de las Fuerzas Armadas, lo cual indica su capacidad de consolidar esa alianza vital para ellos.

Decir que su estadía por más de 22 años en el poder se debe a la bonanza petrolera vivida por años en el país, es otra verdad a medias. Habría que agregarle, a tal aseveración, que los gobernantes supieron manejar los recursos para que éstos les sirvieran de muletas y seguir de pie dentro del Palacio de Gobierno.

Precisar que los del Psuv se han eternizado en el poder mediante la intimidación, es otra verdad a medias, pues estructurar y poner a su servicio una política sistemática de orden también representa su inteligencia para usar todos los medios a su alcance.

Ahora bien. Si la oposición continúa apostando a la supuesta “brutalidad” de quienes están en el gobierno, entonces – déjenme decirles – los brutos son los de la oposición.

Por ejemplo, el presidente Nicolás Maduro ha demostrado – por la vía de los hechos – que es un hombre inteligente y una “animal político”, logró mantenerse al lado de Hugo Chávez ocupar espacios de poder como la Presidencia de la Asamblea Nacional, la Cancillería de la República hasta ser designado por el mismo Chávez como su sucesor, todo ello demuestra una capacidad política increíble.

Tratar de menoscabarlo llamándolo “chófer de autobús” es una tontería, pues ello no lo desmerita, más bien lo fortalece. Debido a que un simple chófer llegó al poder y lleva años dándole lecciones de política a la clase erudita y supuestamente todopoderosa de la oposición.

Es decir, pena le debería darle a Henry Ramos Allup, Julio Borge o Leopoldo López decir que un “chofer” le ha ganado todas las partidas hasta ahora.

Maduro juega en un tablero de Ajedrez político casi en 4D, mientras que la oposición tradicional se aferra a un inofensivo y débil juego de Damas. Sin duda, los ignorantes son los miembros del G-4 que insisten en jugar carritos mientras Nicolás Maduro lo aplasta políticamente.

El Presidente de la Nación mueve sus piezas y hace que la oposición se desarticule, se divida, se desespere y cometa los mismos errores de siempre. 

El Presidente de la República sin dinero (la bonanza hace rato que se acabó), en medio de una crisis económica sin precedentes, sin el carisma de Hugo Chávez, y sin nada, se ha mantenido allí en la Silla de Miraflores… ¿cómo llaman a eso?

Y no solo es que Maduro posee la capacidad política de seguir en el poder y mover sus piezas con milimétrica estrategia, sino que la oposición del G-4 es torpe o se hace la torpe. 

Pues, no hay que ser un genio para entender que la oposición ha caído mil veces en las mismas trampas políticas del Gobierno, y creo que ya lo hacen por el placer de perder.

Sin duda, Nicolás Maduro juega bien. Él mantiene su partido unido, con dirección clara, invirtiendo donde debe invertir, generando una política sistemática, organizando a su gente y dándole motivos para defenderlo; en cambio, en la acera opositora, en el G-4, hacen lo contrario, se pelean entre sí, no se organizan y no poseen una estrategia definida, así de simple.

¡Para mí el guarapo dulce, el café amargo y el chocolate espeso!