José Dionisio Solórzano
Opinión-. Se acabaron los epítetos políticos; se agotaron los insultos y los calificativos despectivos. Pues, los “alacranes” terminaron siendo miles en toda la geografía del país, esto a razón de los resultados electorales.
Los integrantes del G-4 ya no pueden andar por allí abrogándose una superioridad moral que no poseen, y mucho menos decir que son los legítimos representantes de la oposición.
Ni siquiera quienes lloran por el arrebato de las tarjetas partidistas, como Henry Ramos Allup y Roberto Enríquez, puede decir “ni misa”, debido a que miles de venezolanos votaron blanco y verde reconociendo, a través de los hechos, a las autoridades actuales de ambas organizaciones.
El G-4 no puede seguir con la misma política de desconocimiento de un grueso de la oposición que conforma la llamada Alianza Democrática, y menos cuando éstos se hicieron de mejor votación en estados importantes como Anzoátegui, Táchira, Lara, Guárico y Aragua.
Y, debemos decirlo la testarudez del Grupo de los 4 ocasionó que esas 5 gobernaciones cayeran en manos del Psuv; igual podemos decir que la Alianza Democrática impidió que los candidatos del G-4 – con real peso electoral y popular – lograsen ganar en gobernaciones como Mérida, Falcón, Monagas y Apure.
También esa ceguera política producida por la intolerancia del cogollo Ramos Allup, Julio Borges y Guaidó, trajo que nadie cerrara filas con el liderazgo de Ramón Martínez en Sucre, el cual no estaba ni con la Alianza ni con el G-4.
Otros grupos ocasionaron derrotas en algunos estados como el caso Bolívar, donde la Unidad llegó de segundo y de tercero José Hernández de Unión y Progreso, y de cuarto Américo De Grazia de Ecológicos.
Igual ocurrió en Trujillo donde el abanderado de la Unidad quedó de segundo y después el candidato José Hernández de la coalición Centrados, Unión y Progreso, y el Movimiento Ecológico, y de tercero Conrado Pérez de la Alianza Democrática.
Es por ello que la unión es esencial para alcanzar triunfos opositores en los venideros procesos electorales, pues, el Psuv solo es mayoría contundente en estados como Carabobo, La Guaira, Delta Amacuro, Portuguesa y Miranda donde llegaron, rozaron o superaron el 50% de los votos.
Además, el G-4 debe admitir a supremacía de la Alianza Democrática en el estado Nueva Esparta donde éstos se hicieron con la gobernación, así como la Alianza debe reconocer los liderazgos sembrados de Manuel Rosales en Zulia y de Alberto Galíndez en Cojedes.
Sin duda, el país tiene una nueva realidad en su mapa político. Por un lado, tenemos un liderazgo emergente como el que encarnan los llamados “alacranes”, quienes – al parecer – pican y lo hacen duro. Y por el otro existen nombres de otras formaciones políticas como Centrados, Unión y Progreso y Ecológico que en algunos estados también demostraron su fuerza.
Así como éstos deben reconocer la presencia de dirigentes de peso de la llamada Unidad en otras entidades.
Ahora más que nunca se impone la unidad real.
¡Para mí el guarapo dulce, el café amargo y el chocolate espeso!
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