Por José Dionisio Solórzano
Cogito ergo sum-. En el
Gobierno nacional, con sus distintos voceros, cada vez que se ocupan de
abordar el tema de la pandemia inician con un análisis profundísimo de las
secuelas del virus chino en otras partes del mundo, como si con esto
disminuyeran las consecuencias de la Pandemia en el suelo nacional.
Ya sea el presidente Nicolás
Maduro, la vicepresidente Delcy Rodríguez o el ministro de comunicaciones Freddy Ñáñez, todos efectúan una perorata
incansable y cansona con relación a la «gravísima situación del Covid» en otras
partes y de las «política irresponsables» de tal o cual presidente.
Durante la crisis del 2020 – en
los tiempos de la más dura cuarentena – en Miraflores comenzaban sus
alocuciones al país hablando que Donald Trump esto qué Donald Trump aquello,
efectuaban larguísimas reflexiones sobre las supuestas políticas erráticas de
la administración del expresidente de los Estados Unidos.
Ahora, como ya no está un Donald
Trump a quien atacar, enfilaron sus baterías contra el presidente derechista
del Brasil, el señor Jair Bolsonaro.
Me atrevería a decir que pasan
más tiempo hablando de los hospitales y de los casos de Covid-19 en la nación
carioca qué de los índices reales de la enfermedad en el territorio nacional;
simplemente están aplicando la vieja – y muy desgastada estrategia – de
desviación de la opinión pública.
El planteamiento es tan
ideológico y políticamente conveniente, para quienes poseen el poder, que ese
mismo gobierno que era incapaz de llamar al Covid-19 con el epíteto «virus chino», y hasta condenaba su uso, no
tiene el menor reparo en hablar de la «cepa brasileña»; y esto es obvio, pues
China es padre tutelar de Miraflores, y en cambio el gobierno de Brasil
representa los valores que el oficialismo venezolano rechaza.
De acuerdo con la narrativa
política del Gobierno nacional, el culpable de la crisis pandémica en el mundo
es Jair Bolsonaro y sus políticas nacionales alrededor de la crisis de salud,
sin embargo obvian que la enfermedad nació de China, y que fueron los chinos,
con su pésimo manejo de la situación, quienes permitieron que el mal se
expandiera por todo el globo terráqueo.
Para el discurso político de
quienes se encuentran en el usufructo del poder, el Coronavirus cundió en el
mundo por culpa de – primeramente – Donald Trump y ahora de Jair Bolsonaro, y
que los laboratorios biológicos del Partido Comunista Chino no tienen nada que
ver con el asunto, semejante descaro en la vida.
Ahora bien, al venezolano
promedio le tiene sin cuidado lo que pase en Estados Unidos o en Brasil – y
quienes tienen el coroto en las manos tienen que recordar aquella frase tan
usada por ellos, cuando les conviene, que dice «la autodeterminación de los pueblos», pues
cada nación aplica las políticas a lo interno que mejor le parezca –, los venezolanos
lo que quieren son soluciones a los problemas de salud pública, de orden
económico y social que abundan en el país.
El país lo que reclama a gritos
es dotación para los hospitales, equipos de bioseguridad para todo el mundo,
vacunación masiva y punto.
¡Para mí el guarapo dulce, el
café amargo y el chocolate espeso!
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