Por José Dionisio Solórzano
Cogito ergo sum-. La Biblia dice «pon la otra mejilla», sin embargo
ya hemos puesto las dos mejillas, el rostro y parte del cuerpo y desde Trinidad
y Tobago siguen propinando «golpes» contra los venezolanos; además, la Biblia
también dice aquello de «ama a tu prójimo como a ti mismo», es decir, el amor
al otro no puede significar el dolor hacia nosotros, pues el amor propio va
primero, recuerden eso de «a ti mismo».
¡Ya basta! Los venezolanos no
podemos permitir que desde el Gobierno de Trinidad y Tobago sigan maltratando,
violando, asesinando y ultrajando los derechos de los venezolanos que emigran
hacia aquella isla del caribe.
Es entendible que cada gobierno
defienda su país – esto lo hacen todos, salvo el venezolano – sin embargo es
inaudito que el señor (si es posible decirle así) Keith Rowley califique de
«invasión» o «armas letales» a los venezolanos que arriban a su país en busca
de un mañana mejor.
Las agresiones sistemáticas que
el gobierno trinitario ha ejecutado contra los venezolanos, su actitud cómplice
alrededor de la tratas de blancas, y su violaciones de los Derechos Humanos de
connacionales, debe ser vista – por cada uno de nosotros – como un ataque
directo contra la venezolanidad, es decir, una amenaza cierta hacia cada uno de
los venezolanos.
Rowley al deportar niños, al
abarrotar de nuestra gente sus inmundas cárceles, está ofendiendo a todos los
venezolanos, pues su actuación es xenofóbica, es decir, nos odia a cada uno de
nosotros por la simple razón de ser venezolanos.
Frente a este peligro, ubicado a
pocas millas de las costas venezolanas, el Gobierno en ejercicio en Miraflores
debería alzar su voz y ponerle un coto definitivo a las acciones sádicas de los
trinitarios.
Sin embargo, como siempre pasa,
Miraflores no defiende a Venezuela sino a sus propios intereses, y en vez de
poner en su sitio a Trinidad Y Tobago, actúan pusilánimemente, con la timidez
fruto de los negocios que desde el poder se plantea alrededor al suministro de
gas entre la isla de los agresores y el gobierno nacional.
Aquellos que se hacen llamar
«venezolanos» y hasta se pavonean auto-titulándose «patriotas» no hacen nada
mientras los trinitarios hacen y deshacen con la dignidad de los venezolanos.
¡Ya basta!
El peligro que supone la actitud
del gobierno de Trinidad debería ser una oportunidad para que Nicolás Maduro,
Juan Guaidó, Luis Parra, José Brito, Leocenis García, Henry Falcón, Eduardo
Fernández, y todos los sectores políticos de Venezuela se unan en una cruzada
por la defensa de la dignidad de Venezuela.
Incluso, nuestras Fuerzas Armadas
deberían exigir una actitud más beligerante por parte del Gobierno en defensa de
los venezolanos, pues la patria no solo son sus fronteras y sus instituciones,
sino que es su gente y un ataque contra los venezolanos (como lo han
protagonizado los trinitarios) es un ataque contra toda la nación.
Aquí todos debemos tener clara
una cosa: Trinidad es nuestro enemigo.
Y si a los trinitarios se les
olvida todas las cosas buenas de Venezuela y de los venezolanos, como por
ejemplo cuando sus mujeres eran recibidas (luego de pasar en botes de Trinidad
a Venezuela) en los hospitales de Cumaná y Barcelona para ayudarlas a parir, si
se les olvida todo el petróleo, carbón y gas que han recibido de nosotros;
entonces, tal vez, deberíamos mostrar que también los venezolanos podemos
actuar por las malas, a ver si así no se les olvida que cuando esta nación se
calienta las sabanas se queman, el mar se pica y las montañas se estremecen.
¡Para mí el guarapo dulce, el
café amargo y el chocolate espeso!
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