José Dionisio Solórzano
Hace unos días leí en un grupo de
Whatsaap a un temerario opinador de celular comparar a Leopoldo López con Don
Rómulo Betancourt, lo cual me pareció exagerado y demasiado abusivo; pues, la
pretensión del símil buscaba resaltar que el fundador de Acción Democrática se
marchó a un exilio para regresar al país para ocupar la silla de Miraflores,
sin embargo – creo profundamente – que Leopoldo no llegará a sentarse en la
deseada butaca del despacho presidencial.
Y ¿por qué lo digo? ¡Fácil! Su
presencia política ha ido cayendo en la opinión de millones de venezolanos.
Leopoldo López – en su momento – estuvo en una alta estima nacional, parecía el
líder de una nueva generación de políticos venezolanos y una mezcla de
inhabilitación, malas decisiones y sectarismos lo han llevado a ser uno más del
montón.
Hugo Chávez empezó la
minimización de Leopoldo López cuando le cerró el camino a la Alcaldía Mayor de
Caracas – espacio que fue ocupado por Antonio Ledezma – luego, no logró ser el
candidato presidencial en el 2012 – y ese rol lo desempeñó un Capriles que lo
desplazó en el imaginario popular como el «joven héroe» – y por último el
cóctel de «La Salida», su encarcelamiento y el tutelaje al gobierno de Guaidó
lo terminó de neutralizar en el aprecio popular.
¿Quieren más detalles? ¡Bueno!
Cuando se planteó «La Salida» con aquello de «el que se cansa pierde»
muchísimos venezolanos tomaron las calles a protestar y muchos fueron
agredidos, muchos aún se encuentran presos, y unos perdieron la vida. Y todo
para ver como Leopoldo López lo llevaban preso y oír a Lilian Tintori – su
esposa – hablar bien de Diosdado Cabello.
Luego, podemos recordar las
imágenes de una Lilian protestando frente a Ramo Verde porque Leopoldo estaba
incomunicado, tiempo después ella misma aparece embarazada. ¿Entonces? Hay
opciones: Le pegaron cacho a Leopoldo, fue un prodigio del Espíritu Santo o
Lilian si tuvo contacto íntimo con su señor esposo, lo que no tiene nada de
malo, salvo el espectáculo que ambos montaron.
Con la aparición de Juan Guaidó en
el panorama político – en los primeros días del 2019 – pareciera que el país
estaba entrando en un nuevo proceso, con nuevos rostros e ideas frescas; sin
embargo pronto nos percatamos que Leopoldo López movía los hilos detrás del
joven diputado proclamado presidente de la transición.
Los hechos del 30 de Abril –
cuando el golpe de opereta sobre un distribuidor – solo sirvió para liberar a
Leopoldo López y protegerlo en la Embajada de España, es decir, otra decepción
para millones de venezolanos.
Ahora, luego de toda esta cadena
de desaciertos – de buenas a primeras – Leopoldo López, según mi opinión con
ayuda del gobierno o de una fuerza muy poderosa, burla vigilancia policial,
restricciones de vuelo y pandemia, para llegar a España y encontrarse con su familia,
lo que significa que nos dejó a nosotros metidos en el candelero mientras él se
acomodaba en un piso madrileño.
¡Señores! Leopoldo en España hará
lo mismo que hizo libre o encarcelado en Venezuela, es decir, nada que nos
salve, a nosotros los venezolanos, de esta tragedia que vivimos.
Pensar en que «Leo» hará algo, es
pecar de ingenuos.
Para mí el guarapo dulce, el café
amargo y el chocolate espeso.
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