Por José Dionisio Solórzano
Cogito ergo sum-. Como buen católico sé diferenciar entre lo que
es de Dios y lo que es del César; es decir, sé darle a cada quien lo que se
merece y lo que es suyo por derecho. Es por ello, que en las siguientes líneas
quisiera hacer un reconocimiento a la labor del General Víctor Catamo, quien
desde su puesto en la Guardia Nacional ha demostrado capacidad, orden y firmeza
en la tomas de decisiones.
Quien ocupa uno de los puestos
más importantes en el mundo castrense en Anzoátegui le ha tocado ejercer el
mando en condiciones muy difíciles y en circunstancias peliagudas.
La escasez de gasolina, siendo
éste uno de los temas más neurálgicos, ha generado hechos y episodios delicados
que el General ha sabido manejar con tino y prontitud, sosteniendo el orden a
pesar de los lógicos sentimientos de frustración de una colectividad cada vez más
hastiada y molesta por la crisis integral que se palpa en todos los rincones de
la sociedad.
Es evidente que las estaciones de
servicios que controlan la Guardia Nacional lucen mucho más ordenadas que
aquellas organizadas por otros entes de seguridad del Estado, y este rigor y
celo en el desempeño de sus funciones es clara evidencia de un adecuado,
estricto y bien ejecutado mando.
El General Víctor Catamo ha
demostrado con determinación que sabe afrontar, con medidas a tiempo, las
situaciones más complejas. Y no es poca cosas hacer referencia a los hechos
acaecidos en el estado, donde con brotes esporádicos se ha palpado un espíritu
de altivez social cada día más acentuado.
Sobre lo acontecido en Aragua de
Barcelona donde un capitán de la Guardia Nacional disparó contra un civil, se
ha sabido la posición legalista, humana e institucional del mencionado General
quien repudió el suceso y giró instrucciones a su mando a nunca más caer en
flaquezas como aquella con saldo tan trágico.
«Al César lo que es del César»,
así dijo nuestro señor Jesucristo, por ende, es menester reconocerle al General
Catamo su posición y entrega al mantenimiento de las leyes y de la paz en
Anzoátegui; este proceder lo hace meritorio del aplausos de propios y extraños
y del reconocimiento certero de una población que tal vez sin conocerle, le
debe en este momento parte de la estabilidad en medio de la ardua, complicada y
tenaz crisis que padecemos todos los anzoatiguenses, como el resto de los
venezolanos.
Como dice el refrán: «al pan pan,
y al vino vino»… La conducta intachable de Catamo es un ejemplo no solo para
aquellos que comparten con él las obligaciones inherentes al uso del uniforme
militar, sino a gran parte de la civilidad que en posiciones de gerencia
pública pueden, y están pasando, por las mismas dificultades vividas por el
General objeto de nuestro artículo.
La Guardia Nacional, otrora tan
respetada y admirada por los venezolanos, cayó en lo que pudiéramos llamar en
comunicaciones como en una "crisis de reputación" o "mala
prensa", tal vez justificada o no. Sin embargo, es honrado y justo de
nuestra parte elevar las cosas que ponderamos positivas como ha sido la gestión
del General Catamo.
Así se hace General,
felicitaciones.
¡Para mí el guarapo dulce, el
café amargo y el chocolate espeso!
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