Por José Dionisio Solórzano
Cogito ergo sum-. Aquí estoy sentado frente a esta hoja blanca que
cada vez se hace más inmensa; aquí estoy sentado recordando las veces que, por
encima de los malos augurios y de las aves negras de lo infausto, logramos
saborear las mieles de la victoria electoral.
Recuerdo aquella noche, los
rumores iban y venían, yo entraban a las instalaciones de la Oficina Regional
Electoral de Barcelona, el hermetismo era total y el cuchicheo se transformaba
en una ola silente que se prolongaba en los rostros de los funcionarios
públicos.
Venía de hacer mi recorrido por
varios centros electorales, mi libreta de periodista estaba repleta de datos
preliminares y de resultados de algunos centros de votación que habían cerrado
temprano.
En aquella hora era inevitable el
triunfo del "No" a la Reforma Constitucional en Anzoátegui, sin
embargo era temerario pronosticar el resultado nacional.
Me fui a un comando operativo de
la oposición en un conocido hotel justo en la frontera entre Barcelona y
Lechería, allí los teléfonos repicaban, el personal descargaban datos por cada
mesa de votación. Sin duda la oposición había ganado en el estado.
Con la angustia de una noche
electoral, me fui a escribir y esperar los datos finales. En la vía me llamaron
y solo me dijeron: "Ganamos el país"… Aún estaba incrédulo, para ese
momento jamás Hugo Chávez había perdido un proceso comicial.
Ya en el periódico todos los
reporteros, los de guardia y aquellos que no, estaban en la oficina del
Director, esperando lo que iba a decir Tibisay Lucena, quien empezó diciendo:
"Quien tenga que celebrar que lo haga con humildad, y quienes no fueron
favorecidos hoy les digo que no se rindan" mi reacción al oír aquellas
palabras fue de "ay, papá… perdieron".
La tendencia, aunque estrecha,
fue "irreversible" y la oposición pudo detener la Reforma
Constitucional; a las afueras del periódico se escuchaban los cohetes y los
gritos. Me acuerdo que aquella noche el elevado de Lechería se llenó de carros,
personas, banderas y alegrías.
Aquí frente a esta hoja, ya no
tan blanca, recuerdo cuando recibí una llamada telefónica a las 5pm. Me decían:
"tenemos los números, la oposición arrasó", mi respuesta fue en tono
de pregunta: "¿en Anzoátegui?" A lo que me aseveraron: "no,
ganamos la Asamblea Nacional, tenemos la mayoría de los diputados".
Fueron las elecciones
parlamentarias del 2015, la tarjeta "de la manito" se convirtió en un
símbolo político que entusiasmó a toda la nación. Recuerdo que aquella noche me
comuniqué con uno de los recién electos diputados y me manifestó que "esto
es una noche diferente, les ganamos en todas partes".
Unos minutos después pasé por la
sede del Psuv en Barcelona, el silencio era devastador. Tres o cuatro
simpatizantes aún quedaban revoloteando por los alrededores, la tristeza era
atroz, mientras que la oposición celebraba desde balcones, con los pitos de sus
carros y desde las aceras que se transformaron en pistas de baile y alegría.
Sí, también recuerdo otra noche
que cerraban los centros electorales de Anzoátegui y en cada una de las papeletas
se leía una cifra mayor de votos en favor de Antonio Barreto Sira, mientras que
Aristóbulo Isturiz se veía cada vez más derrotado.
Desde Soledad hasta Guanta, se
iban sumando votos y el de Cantaura le ganaba cómodamente al importado del
Psuv. Ese mismo día, más y más personas se agolpaban en una especie de comando
de emergencia que se armó en Lechería, donde propios y extraños festejaban la
victoria.
Y así he llenado la página en
blanco, y así recordé como en condiciones adversas la oposición, con estrategia
y la convicción masiva de salir a votar, logró ganar sobre todos los
pronósticos.
¡Para mí el guarapo dulce, el
café amargo y el chocolate espeso!
No hay comentarios:
Publicar un comentario