José Dionisio Solórzno
Cogito ergo sum-. La oposición venezolana debe cesar en declarar,
tuitear y postear tantas cosas por las Redes Sociales y establecer una única y
unitaria estrategia política.
Es hora que la oposición se pare
frente al país y determine una estrategia de lucha; hace un año y cinco meses
atrás Juan Guaidó trazó una línea estratégica con tres pasos: Cese de la
Usurpación, Gobierno de Transición y Elecciones Libres, al cabo de este tiempo
los resultados no han sido plenamente satisfactorios.
Por encima de los avances en política
internacional, gracias al reconocimiento de la jefatura política de Guaidó por
cerca de 60 países en el mundo, a lo interno la conclusión no fueron las más
alentadoras para la base opositora al gobierno.
Es decir, a pesar de los
esfuerzos emprendidos el 23 de Enero del 2019, Nicolás Maduro sigue sentado en
la silla de Miraflores, y la posición nacional del llamado gobierno de
transición está más débil que nunca. Empero, la realidad obliga a un reimpulso
de la política de los factores democráticos, en otras palabras, urge una nueva
estrategia.
Sí, las estrategias no pueden ser
camisas de fuerza o dogmas de fe, las estrategias son cambiables, adaptables y
mejorables al paso del tiempo y los cambios en los escenarios políticos. Esto
indica que seguir aferrándose al esquema de Cese de la Usurpación, Gobierno de Transición
y Elecciones Libres, no solo es inviable sino que es una niñería política.
La necesidad de cambiar la visión
de lucha política es imperativa; el camino trazado por Juan Guaidó se agotó. Y,
¿por qué lo digo? Primero: Nunca se logró el cese de la usurpación, ni por
canales institucionales (Asamblea Nacional), ni por presión social (Calle), ni
por medidas foráneas (intervención y/o sanciones) y menos a través del apoyo de
los cuarteles.
Salvo el sainete del 30 de abril
del 2019, que sirvió para mudar de alojamiento a Leopoldo López, no sucedió
nada más.
Segundo: El gobierno de
transición se nombró, se "instaló", pero jamás gobernó puertas
adentro del país. Todas las medidas y acciones tomadas por Maduro fueron y son
acatadas por la ciudadanía, lo que de una u otra manera certifica el poder de
éste. Jamás hubo un desconocimiento social a la jefatura de Maduro, y éste
siguió ejerciendo el poder.
Tercero: Las Elecciones Libres
tal cual las vendieron, es decir sin Maduro en el uso del Gobierno y con un CNE
sin vestigio del oficialismo actual, tampoco se materializó.
Sí se van a realizarse unos
comicios y sin Tibisay Lucena, que de por sí es un avance, pero no es el
panorama paradisíaco vendido por Guaidó.
Todo esto nos demuestra que
seguir andando por la vía del "Gobierno de Transición" es una necedad
sin parangón. Por ende, se le tiene que hablar al país con seriedad y
responsabilidad.
Frente a lo sucedido con Acción
Democrática y Primero Justicia, el sector de la oposición tradicional debe
enarbolar un delineamiento de acción y no quedarse en la arena del radicalismo
sin horizonte y el voceo insensato de consignas vacías.
Sí la oposición, tal y como la
conocemos, quiere sobrevivir a la vorágine actual debe renovarse, reimpulsarse
y trazar una nueva estrategia, o de lo contrario le pasará lo del dinosaurio.
¡Para mí el guarapo dulce, el
café amargo y el chocolate espeso!
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