José Dionisio Solórzano
Cogito ergo sum-. Perdí la cuenta de las veces que he escuchado eso
de que "Maduro está en su peor momento", son incontables las veces
que he leído aquello de que "al régimen le queda poco", y no pude
seguir sumando las ocasiones que vi por televisión a eruditos políticos hablando
de la fragilidad del Gobierno, ¿hasta cuándo tanta improvisación?.
Pensar que el modelo está en su
peor momento es caer en una actitud cándida, en una posición inocente y una
insensatez sin parangón. Nicolás Maduro se encuentra reacomodándose y
reforzando sus políticas luego de sobrevivir al 2019 y pasar los embates del inicio
del 2020.
Sí, es cierto que en el tema
internacional Maduro aún se encuentra en aprietos, aunque ha logrado torear la
tormenta gracias al apoyo directo o indirecto de Rusia, China e Irán, no
obstante aún tiene el escollo de la actitud de la Casa Blanca y más de 50 naciones que no lo reconocen como
Jefe del Estado de Venezuela.
La capacidad de respuesta y
maniobra de quienes poseen el poder debe asombrar a propios y extraños. Han
podido sobrevivir a las sanciones internacionales, una aguda escasez de víveres, la crisis de la gasolina y pare usted de
contar; todo esto debería llamar a la reflexión a quienes conducen a la
oposición para que reevalúen sus estrategias.
Bien, analicemos detalles como
por el ejemplo que Juan Guaidó se juramentó presidente de Venezuela el 23 de
Enero del 2019, y allí empezó un calvario para el régimen. No obstante, ellos
lograron salir ilesos de los sucesos en la frontera con Colombia, de la
escaramuza del 30 de Abril del 2019 y a un largo año que se fue sin que la oposición
concretara nada de lo anunciado por su dirigencia.
Creer que ahora el modelo
imperante en Venezuela está en su "peor momento" es una soberana
ingenuidad, es una especie de esperanza de tísico o una bocanada de aliento
para el moribundo. Maduro acaba de sobrevivir a un año y medio de
conflictividad, y fue recuperando, lenta y efectivamente, el terreno que perdió
al inicio del año pasado.
Ahora bien, a través de las más
diversas tácticas Miraflores consiguió arrebatarle oficialmente la presidencia
de la Asamblea Nacional (AN) a Juan Guaidó; nombró un nuevo Consejo Nacional
Electoral (CNE) y mediante movimientos judiciales está desplazando a la
dirigencia nacional de los partidos políticos, dejando en ellos a una nueva
casta dirigencial ajena a Julio Borges, Henry Ramos Allup, Manuel Rosales y
Leopoldo López.
Cuando vemos todo este escenario
¿será que podemos decir que Maduro está en su peor momento? Obviamente que no.
Y esto es esencial tenerlo en claro, porque el reconocimiento de las fortalezas
y debilidades del oponente son datos fundamentales para la planificación,
organización y ejecución de nuevos métodos de acción política por parte de los
factores democráticos.
Quien sí se ha debilitado
enormemente es la imagen pública de Juan Guaidó, quien quedó sin discurso, sin
narrativa política y con mucha debilidad operativa en la Opinión Pública, a tal
punto que su gestión solo sigue viva gracias al apoyo que desde Washington le
siguen brindando a su figura, sin embargo este es tema para otro artículo.
¡Para mí el guarapo dulce, el
café amargo y el chocolate espeso!