Por José Dionisio Solórzano
Cogito ergo sum-. La destitución de Humberto Calderón Berti de la
embajada de Venezuela en Colombia dejó al país atónito. Tirios y troyanos se
quedaron con la boca abierta, ante lo que calificaron como “un descomunal error”
por parte del presidente de la Asamblea Nacional y designado por ésta como
presidente de la nación, Juan Guaidó.
Calderón Berti es uno de los
políticos más experimentados de Venezuela, ocupó cargos ministeriales, fue
presidente de Petróleos de Venezuela, uno de los dirigentes políticos más
respetados, más alabados y más éticamente correctos del país.
Su designación como embajador fue
aplaudida por muchos, y ahora su desincorporación por “cambios en la política
exterior” anunciado por Guaidó despertó el aborrecimiento de más de uno.
Ahora bien, a pesar que Guaidó
agradeció a Calderón Berti su trabajo al frente del equipo diplomático
venezolano en Bogotá, aquél no se quedó en silencio sino que empezó a hacer
público una serie de datos que han estremecido a la opinión nacional y hecho
tambalear al ya agotado liderazgo de Guaidó.
Calderón Berti dijo que ordenó
una auditoria en Monómetro, uno de los activos venezolanos en el exterior más
importantes después de Citgo, debido a que la directiva designada por el Gobierno de Transición no
contaba con la capacidad, técnica, profesional y reputación para dirigir a la
empresa.
“Los partidos metieron gente no
calificada”, esta fue la afirmación esbozada por el exembajador en la
explicación de su salida, y agregó que “metieron a gente de poca reputación que luego sacaron, pero ya
el mal estaba hecho”, subrayó.
De acuerdo con la versión de
Calderón Berti esta fue una de las razones que movieron a Juan Guaidó a
destituirlo de sus funciones; además esto explota a la par del escándalo que
salpica al diputado Freddy Superlano, quien tuvo que separarse de la
presidencia de la Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional para facilitar
una investigación del caso.
Lo cierto es que el país pierde a
un gran representante diplomático como es el caso de Calderón Berti y éste, sin
duda alguna, deja un vacío en la política de lucha de la oposición venezolana,
que dudo que sea llenado por ningún otro, o por muy pocos si somos generosos.
Desde estas líneas hago votos
para que la fuerza de las convicciones democráticas de Calderón Berti, su
intelecto, su capacidad de trabajo se mantengan al servicio de esa Venezuela
que necesita de todos sus hijos, que necesita que cada uno de los venezolanos
den lo mejor de sí para construir un mañana mejor, de prosperidad, crecimiento,
desarrollo y tranquilidad.
Y, además quisiera pedirle a
voces como la de los colegas Carla Angola y Rafael Poleo que cesen en sus
ataques políticos, personales e injustos en contra de Calderón Berti.
Si quieren defender a Guaidó
háganlo, sin menospreciar la calidad moral del exembajador. Y por favor, sobre
todo Poleo, emplee argumentos válidos y sinceros no cometa el error de acusar a
otros de sus propias vilezas.
¡Para mí, el guarapo dulce, el
café amargo y el chocolate espeso!
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