Cogito ergo sum (Puerto
La Cruz)-. La historia
nos ha enseñado que existen cuatro perfiles de “poderes detrás del trono”. Porque
el poder no lo da el cargo, sino la influencia y la capacidad de toma de
decisión en medio del escenario político. En muchas ocasiones quienes menos
aparecen en la palestra más poder poseen.
Y ¿Quiénes son estas
personas detrás del “trono”? Son aquellos personajes que en pocas oportunidades
salen en las páginas de los libros, pero que durante su tiempo movieron los
hilos de la política.
Existen varios perfiles
de estos actores de la política. Primero está en asesor espiritual.
Sí, hay muchos casos en
que aquellos que se dedican a las almas, a temas esotéricos y reflexivos se
convierten en los gestores de las políticas de naciones, imperios y reinos.
En Francia el mejor
ejemplo de esta casta de poderes ocultos es el Cardenal Richeliú, muchos lo
conocerán por ser el malo del clásico literario los “Tres Mosqueteros”, pero
más allá de esto, este sacerdote se convirtió en el hombre fuerte en tierras
galas.
No se movía una paja en
tierras francesas sin que el cardenal lo supiese, el poder que llegó acumular
fue enorme, y decidió tanto la política interna como externa de aquel reino.
Otro ejemplo de este
tipo de asesores es Rasputín. El “monje loco” se transformó de la nada en el
consejero de los zares de Rusia. Su influencia en la familia real fue tal que
causó la envidia de más de un aristócrata en aquellas tierras frías previo a la
Primera Guerra Mundial.
En la Argentina tenemos
el caso de José López Rega el llamado “Brujo de Perón”.
Otro tipo de asesor
político es el comunicacional. Sí, periodistas, comunicadores, psicólogos, y
publicitas, han sido en reiteradas ocasiones los hombres del poder detrás del
trono.
En muchas oportunidades
en los anales del pasado, encontramos a personas que han dedicado su vida a
trabajar la imagen de los hombres públicos, haciendo su trabajo de forma tan
excelente que se convirtieron en factores indispensables en el manejo de
aquellos que a su vez manejaban el poder.
El mejor ejemplo de éstos,
es Joseph Goebbels, el propagandista de Adolf Hitler.
Tenemos, también, el
caso de los espías. Si la inteligencia ha sido factor esencial para la
política. Desde los días de Roma, el saber qué hacen tus enemigos y
monitorearlos constantemente es una necesidad de aquellos que gobiernan.
En Francia fue Fouché,
el genio tenebroso, y en la Venezuela de Marcos Pérez Jiménez fue Pedro
Estada.
El asesor policía
siempre ha sido una constante, sobre todo en los gobiernos más temerosos de
perder su capacidad de mando. Mientras más deudas tienes pendientes, más temes
perder el poder.
Ahora bien, ya hemos
visto al asesor religioso, comunicacional y policial o de inteligencia, y el
cuarto es el asesor político. Y ¿Quién es éste? Puede ser el mentor ideológico
del movimiento, el inspirador intelectual o, el operador habilidoso que se
destaca por sus capacidades.
En torno al intelectual
tenemos el caso de Laureano Vallenilla Lanz, quien a través de su “Cesarismo
Democrático” le dio base filosófica, ideológica y sociológica a la dictadura de
Juan Vicente Gómez en nuestro país, y desde la órbita de la política diaria
podemos citar el caso de Charles Maurice de Talleyrand en la vida pública
francesa napoleónica.
En conclusión, no se fíen
en quien luce sentado en la silla del poder, a veces es menester detallar quien
se encuentra detrás de éste.
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