Cogito ergo sum (Puerto
La Cruz)-. Las
sociedades cambian. Sí, la humanidad
puede evolucionar e involucionar de acuerdo con el cristal con el cual se mire.
Actualmente, ciertos
valores que llevaron a la humanidad a desarrollarse, mantenerse y crecer se
están desvaneciendo al paso agigantado de las nuevas ideas sociales que pululan
y se abren paso a lo largo de las diversas sociedades.
Desde la izquierda, sobre
todo la de mayor inspiración marxista, se ha impulsado la fábrica de nuevas
creencias y antivalores, con el objeto de crear nuevos escenarios y
justificaciones argumentales con relación a su discurso de enfrentamiento
social.
Ya las viejas masas
obreras que, supuestamente Marx, iban a encabezar la revolución e iban a ser la
vanguardia de los cambios mundiales, no le sirven a sus propósitos y mecanismos
de dominación política, porque actualmente jamás la comunidad trabajadora vivió
mejor que ahora (salvo en Venezuela), debido a esto se han centrado en
enfocarse en una nueva construcción de sociedad.
Ya la izquierda no
quiere el paraíso obrero, aquel donde el dinero desaparecería y la jerarquía
del poder daría paso a una sociedad de iguales, en el utópico modelo comunista,
ahora esta fisonomía del pensamiento quiere un edén de minorías dominantes.
Es decir, ahora la
izquierda es fomentadora de la homosexualidad, el feminismo mal entendido y la
ideología de género. Para los socialistas la sociedad ideal es aquella donde
los hombres se enamoren de los hombres, donde las mujeres se sientan superiores
a los hombres y donde los menos dominen a los más.
Según esta concepción
ideológica, se defienden este tipo de puntos: 1-. Las mujeres son dueñas de su
cuerpo, por lo tanto el aborto debe ser aprobado y auspiciado; 2-. Todos los
derechos deben ser para todas las personas, por lo tanto las parejas
homosexuales pueden casarse y adoptar niños sin ningún tipo de restricciones;
3-. Cada quien puede decidir el género sexual de su preferencia, pues nadie
nace hombre o mujer; 4-. La religión debe extirparse de las sociedades
modernas, y Dios debe ser reemplazado por completo por la “libertad” del
hombre.
De acuerdo a esta visión
de la humanidad la moral es condenada, la tradición asesinada y las buenas
costumbres abolidas por decreto.
Y lo más grave de la
situación es que los efectos de este discurso envolvente y febril ya están
tomando cuerpo en las sociedades actuales. Ahora es muy común ver como en las
calles los homosexuales se burlan de los heterosexuales.
Hoy en día, decir que
crees en Dios, ser católico o protestante, es sinónimo de retrógrado. Defender
la vida del ser humano desde el momento mismo de su concepción es un delito
para la comunidad feminista pro-aborto. Levantar las banderas de los derechos
de los niños, y evitar la adopción homosexual es visto como una agresión en
contra de la minoría, la misma que quiere dominar sobre la mayoría de la
sociedad.
Estamos llegando a un
punto, sobre todo en Europa, en que los blancos sienten pena de ser tales, que
los heterosexuales están escondiendo sus sentimientos verdaderos, y que las
opiniones religiosas son acalladas.
En este momento, quien
se persigna lo hace con la velocidad del rayo para no ser descubierto por la
orgía atea que lo rodea; porque dar demostración de fervor religioso es
condenado.
¿Hacia dónde va la
humanidad? Si las cosas siguen este ritmo, más temprano que tarde veremos a
jovenzuelos decir “ay vale, a este como si le gustan las mujeres”.
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