Cogito ergo sum (Puerto
La Cruz)-. Pasaron las
elecciones presidenciales y como estaba previsto el resultado no fue placentero.
Henri Falcón denunció el proceso y aseveró que no reconocía la elección porque
se habían violado los acuerdos suscritos entre la oposición y el Gobierno
nacional.
Habló del ventajismo, de
la compra de votos a través del carnet de la patria, de la entrega de cajas de
comidas de los Clap, de la coacción a empleados del Estado, se mostró airado
ante la forma soez como el Gobierno utilizaba los fondos públicos para hacerse
campaña y, aún más molesto, por como las autoridades electorales y militares presionaban
a sus testigos de mesa para que abandonaran los centros de votación.
Falcón no avaló los
resultados, en cambio Javier Bertucci quien en las primeras de cambio pareció
seguir la misma línea de dignidad política, más tarde apareció en el Palacio de
Miraflores secundando, por la vía de los hechos, una jornada que a todas luces
estuvo viciada.
Alrededor de todo este
panorama, la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) reiteró su rechazo al evento
comicial, y la Asamblea Nacional (AN) ponderó la jornada como írrita.
Los diputados nacionales
lo dijeron fuerte y claro: "el evento electoral no fue válido"; esto
aunado a la declaratoria de vacío de poder, con lo cual los legisladores
reafirman que constitucionalmente Venezuela carece de gobierno constituido.
Todo el escenario nos
dibuja una realidad de inestabilidad política embriagante y desorbitante. La
crisis venezolana se agudizó tras el 20 de mayo, y se profundizará en la medida
que el Gobierno base su poder en la opresión y la ilegitimidad.
Lo antes dicho nos lleva
a la pregunta: ¿y ahora qué?. Los venezolanos acataron el llamado a la no
participación realizado por las fuerzas democráticas, y de esa inacción se
debería pasar a la acción, pero ¿qué tipo de iniciativas se deberían tomar en
el seno opositor?
Más de 12 millones de
electores se quedaron en sus casas el pasado 20 de mayo, lo que representa que
siete de cada diez venezolanos se abstuvieron o votaron por otras opciones
diferentes a Nicolás Maduro.
Si tomamos como veraces
los resultados electorales anunciados por Tibisay Lucena, apenas unos 6
millones de venezolanos votaron por Maduro, es decir más de un millón y medio
menos que hace seis años, lo que es en sí una derrota arrolladora para un
presidente que aspiraba a obtener 10 millones de votos.
Tenemos el 70% de la
población en abierta y franca oposición al Gobierno nacional, tenemos una
inmensa mayoría que tiene dos salidas ante la emergencia social, política y
económica que atraviesa el país: luchar o emigrar.
Pareciera probable que
nuevamente salgan venezolanos a la calle a protestar, es prácticamente eminente
que muchos ciudadanos retomen una posición más beligerante frente a lo que
ponderan como un gobierno ilegítimo.
¿Qué viene? Vienen
muchas cosas, las sanciones de los Estados Unidos, de la Organización de
Estados Americano (OEA), de la Unión Europea (UE), bloqueos petroleros y
económicos que ahogarán aún más a este modelo que desde hace rato está
boqueando.
Lo que viene es
candanga; Maduro no es mocho y se va a defender, aunque la falta de recursos,
la merma de popularidad, la carencia de legitimidad en el mundo son sus lastres
que le pesarán cada vez más.
Mientras más débil sea
el Gobierno, más radical serán sus actitudes. Mientras más cercano esté su
final, más agresivas asumirán sus posiciones, de esto no podemos tener ninguna
duda.
Los tiempos cercanos no
serán fáciles, pero a corto plazo veremos el amanecer de una nueva Venezuela,
esto lo pueden anotar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario