Cogito ergo sum (Puerto
La Cruz)-. ¿Cuál es el
sistema político que en verdad rige a Venezuela? ¿Cuál es el método que han
utilizado en estos largos 18 años para gobernarnos?
La llamada revolución
accedió al poder a través de los mecanismos que le otorgaba un modelo de
democracia representativa que fue ejemplo para América Latina; después de
encumbrados ellos iniciaron la destrucción de la nación y de las libertades que
existían en aquel entonces.
Aunque no podemos hablar
de la perfección de la democracia instaurada a partir del 23 de enero, tampoco
podemos afirmar que este período de 40 años fue un cúmulo de calamidades,
porque no lo fue, y al cristal del tiempo la era civil venezolana supera con
creces a la actual situación nacional.
No obstante, el meollo
es la definición actual del sistema que desgobierna a Venezuela. Mientras
estuvo vivo Hugo Chávez el país fue el escenario de un autoritarismo
enmascarado en una democracia tumultuaria.
En los primeros años de
la "revolución" Venezuela vivió una especie de gobierno de
Neo-oligarquía. El entorno, prácticamente monárquico, de Hugo Chávez tejió a una
aristocracia económica y política que devino en una oligarquía roja e inmoral.
Al llegar el fin para la
existencia del sostén de aquella oligarquía política-petrolera, el tablero de
ajedrez político se movió, esto dio origen a una reformulación del modelo que
controlaba el país.
Con el ascenso de
Nicolás Maduro se instauró una kakistocracia, es decir, el "Gobierno de los
peores". El actual mandatario nacional fue lentamente construyendo un círculo
gubernamental que apartaba a la antigua oligarquía chavista.
Los Héctor Navarro,
Jorge Giordani, Vanessa Davis, Maripili Hernández, Ana Elisa Osorio, María
Cristina Iglesias, fueron reemplazados por Delcy Rodríguez y su hermano Jorge
Rodríguez.
A su vez, la carencia de
un liderazgo fuerte en el seno de la conducción nacional originó la formación
de una oclocracia como sistema. Este gobierno de la masa, mutación de la democracia
a una orgía desenfrenada de la plebe, fue producto de la deshumanización desde la dirección del Estado.
Pero, la oclocracia
fenece al día de hoy. La masa se rebela en contra del Estado, lo que ocurre
debido a la tragedia de la inflación y escasez resumida en el hambre popular, esto
ha dado pie a un último modelo de opresión política: La Poliarquía.
La poliarquía se
entiende como el gobierno compartido. Esto indica que el poder no yace en el
pueblo, ni tampoco es controlado por un solo hombre como solía pasar en los días
de Chávez.
Ahora el poder de divide
en escenarios y sectores que lo comparte y se delimitan funciones. Por un lado
está el poder nominal encarnado por Maduro, luego el poder militar representado
por Vladimir Padrino López, luego el poder político-económico representado por
Diosdado Cabello, y hasta hace poco estaba PDVSA como centro de poder dirigido
por el ya caído en desgracia: Rafael Ramírez.
En síntesis, en
Venezuela se padece una poliarquía que se encuentra en plena explosión y
enfrentamiento interno. Las tendencias, los espacios de poder, las intrigas
están haciendo mella, justo cuando la "plebe", creada por la
revolución, vuelve a ser pueblo consciente y actor político en oposición al
modelo implementado hace casi dos décadas.
Ante esta terrible
realidad, los venezolanos tenemos la obligación ética y moral de rescatar los
principios de un modelo que mejore la vida del ciudadano, que como decía Simón
Bolívar "sume el mayor nivel de felicidad posible".
Venezuela necesita un
modelo, como diría Platón en su obra La República, como la sofocracia, donde
los más sabios y duchos en diferentes áreas conduzcan los destinos de un barco
que desde hace mucho tiempo va a la deriva.
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