Cogito ergo sum (Puerto
La Cruz)-. A
continuación, sui ustedes me lo permiten, me enfocaré en las enseñanzas que Su
Santidad el Papa Emérito, Benedicto XIV, no enseña sobre la Natividad en su
libro “La infancia de Jesús”.
En estas páginas, de
forma magistral, quien fuese el máximo representante del Catolicismo explica
teológicamente el significado de varios de los elementos que encontramos en el
tradicional Pesebre.
El Papa no aclara que:
“Como se ha dicho, el pesebre hace pensar en los animales, pues es allí donde
comen. En el Evangelio no se habla en este caso de animales. Pero la meditación
guiada por la fe, leyendo el Antiguo y el Nuevo Testamento relacionados entre
sí, ha colmado muy pronto esta laguna, remitiéndose al profeta Isaías 1,3: «El
buey conoce a su amo, y el asno el pesebre de su dueño; Israel no me conoce, mi
pueblo no me comprende.»"
"Así, el pesebre
seria de algún modo el Arca de la Alianza, en la que Dios, misteriosamente
custodiado, está entre los hombres, y ante la cual ha llegado la hora del
conocimiento de Dios para «el buey y el asno», para la humanidad compuesta por
judíos y gentiles. En la singular conexión entre Isaías 1,3, Habacuc 3,2, Éxodo
25,18-20 y el pesebre, aparecen por tanto los dos animales como una
representación de la humanidad, de por sí desprovista de entendimiento, pero
que ante el Niño, ante la humilde aparición de Dios en el establo, llega al
conocimiento y, en la pobreza de este nacimiento, recibe la epifanía, que ahora
enseña a todos a ver. La iconografía cristiana ha captado ya muy pronto este
motivo. Ninguna representación del nacimiento renunciará al buey y al
asno."
Lo que se entiende que
Dios, único ser poseedor de la mayor poder de interpretación, y expresión
máxima de la lógica suprahumana, se hace hombre y comparte con la humanidad con
el propósito de ser comprendido por los hombres, representado éstos con la
sencillez de los animales en el establo.
Y sigue el Papa Emérito:
“«En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre,
velando por turno su rebaño. Y un ángel del Señor se les presentó; la gloria
del Señor los envolvió de claridad» (Lc 2,8). Los primeros testigos del gran
acontecimiento son pastores que velan."
Naturalmente, se puede
ampliar inmediatamente la reflexión: “quizá ellos (los pastores del campo) vivieron
más de cerca el acontecimiento, no sólo exteriormente, sino también
interiormente; más que los ciudadanos, que dormían tranquilamente. Y tampoco
estaban interiormente lejos del Dios que se hace niño. Esto concuerda con el
hecho de que formaban parte de los pobres, de las almas sencillas, a los que
Jesús bendeciría, porque a ellos está reservado el acceso al misterio de Dios
(cf. Lc 10,21)”
El Santo Padre nos
explica en este libro sencillamente la raíz teológica y filosófica del momento
de la Natividad de Dios convertido en hombre, uno de los misterios de nuestra
fe.
Cuando estamos en
Navidad, una de las más tristes de nuestra época, los venezolanos debemos
despojarnos levemente de la crisis que padecemos y reflexionar nuestro papel y
relación con Dios, es la única forma de sobreponernos frente a lo que vivimos
hoy.
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