martes, 22 de agosto de 2017

Dicotomía venezolana

Cogito ergo sum (Puerto La Cruz)-.  Los venezolanos estamos ante una dicotomía, tenemos que decidir entre votar o regalarle las gobernaciones a Nicolás Maduro.

El pueblo, ese que está librando la batalla contra el hambre y el mal gobierno, debe tomar partido en medio de un debate que carcome el cuerpo social de la república.

Algunos manifiestan la necesidad de acatar el mandato popular expresado en el plebiscito del pasado 16 de julio y declarar a la sociedad en rebelión ciudadana, otros quieren mantener los espacios y seguir desenmascarando democráticamente al régimen.

Para unos ir a unas elecciones es colaboracionismo, para los otros no ir a elecciones es hacer un favor al Gobierno y a sus candidatos.

¿Cómo podemos echar por tierra una mayoría electoral que apoya a la oposición? Esta pregunta se la hacen quienes optan por la vía de la participación comicial. Mientras en la sociedad surge otra interrogante contraria: ¿Podemos elegir gobernadores con esa Constituyente pendiendo sobre el cuello de los gobernantes demócratas?

Sí, ambas preguntas son válidas y responden a visiones diferentes, mas no completamente antagónicas entre sí.

La lucha de calle es una expresión constitucional y democrática; ir a la cita electoral es una obligación moral y política que la Unidad debe asumir.

Sobre la posibilidad de trampa o robo de los comicios, este es una tentativa que siempre ha estado presente en todo evento de escogencia democrática, en esta Venezuela actual; es bastante conocido que el régimen juega con las reglas, las cuales acomoda a sus intereses y fortalezas.

Sin embargo, con esas mismas condiciones hemos ganado elecciones. Cuando Hermán Escarrá era el pregón de la abstención en el 2007, en medio de la campaña para la Reforma Constitucional, la oposición se preparó para la batalla electoral y ganó a pesar de los llamados a no votar de quién más tarde será el paladín de la Constituyente de Maduro.

El riesgo que nos escamotearán los resultados en las elecciones parlamentarias en el 2010 eran muchas, pero la movilización de electores demócratas fue tal y la diferencia de votos tan abrumadora que tuvieron que admitir el revés.

Usted, apreciado lector, no me diga que no disfrutó a Tibisay Lucena diciendo que la opción del "No" ganó en las elecciones para la Reforma, y dígame usted si no fue satisfactorio cuando la comadre mayor tuvo que decir que la oposición arrasó en los comicios parlamentarios del 2010.

Si quieren argumentar sobre los resultados para la Constituyente, les recuerdo que ese proceso contó con la ausencia de la Unidad, por tal motivo el Gobierno tuvo el descaro de anunciar unos increíbles y fantasmales 8 millones de votos.

Pero, con los partidos con sus maquinarias aceitadas, con testigos y coordinadores de mesa organizados y movilizados, y usted como voluntario, todos trabajando podremos unidos, lograremos evitar cualquier triquiñuela del oficialismo.


Sí vamos a elecciones unidos de seguro ganaremos, si no vamos de seguro perderemos todo. ¿Cuál es tu decisión? 

No hay comentarios: