Cogito ergo sum (Puerto
La Cruz)-. Hoy es 3 de
enero, justo son las 11 y 48 minutos de la mañana. Faltan menos de dos días
para que la Asamblea Nacional inicie sesiones ordinarias en este 2017.
El ambiente ha cambiado,
hace exactamente un año las expectativas nacionales era muy altas; ahora el
ánimo ha disminuido considerablemente.
Hace 365 días los
venezolanos estaban en pleno éxtasis con la ascensión de los entonces recién
electos diputados. Hoy, por lo sucedido, la emoción popular pasó de la
exaltación y júbilo a una apatía y desinterés preocupante.
A pesar de los grandes
esfuerzos realizados durante el primer año de legislatura, los avances en
materia política no fueron los esperados por la inmensa mayoría de los
venezolanos.
Esto ocurre cuando se
crean muchas expectativas, los niveles de frustración posteriores son enormes y
hasta de consecuencias insospechadas.
Ahora, el reto que
asumirá en pocas horas Julio Borges será gigantesco.
El fundador de Primero
Justicia (PJ), quien de por sí es poco apreciado por la opinión pública, tendrá
la responsabilidad de concretar lo que la bancada de la unidad no logró hacer
durante el 2016.
Su desempeño al frente
del parlamento, si se concreta el acuerdo político dentro de la Unidad, será
fundamental para su futuro político como para las próximas reacciones de la sociedad venezolana.
Si Borges asume la
presidencia de la Asamblea Nacional bajo una premisa de diálogo y entendimiento
con las fuerzas del gobierno su imagen caerá al subsuelo, desde el punto de
vista político, pero si toma la dirección contraria e inicia el juicio político
al Presidente de la República, si impulsa el nombramiento de los nuevos Magistrados
del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y los Rectores del Consejo Nacional
Electoral (CNE), su imagen favorable se disparará.
Las próximas horas serán
decisivas para el porvenir de Venezuela y para el futuro político del “jefe” de
Primero Justicia.
La tarea que enfrentará
no es fácil. La presión de la sociedad democrática va en aumento, la lógica
determina ciertas acciones, el sentido común otras y la visión estratégica
explaya escenarios contrarios. Borges al asumir la presidente de la Asamblea
Nacional se parará frente a una encrucijada, y la pregunta es: ¿cuál camino
tomará?
Si el diputado aurinegro
empieza con determinación y vehemencia
su presidencia en la legislatura y posteriormente ablanda su conducta igualmente
le caerá el látigo del repudio nacional. Estará en la cuerda floja.
La situación venezolana
es muy difícil y la opinión pública no está perdonando a aquellos que traicionan
el deseo popular.
Como venezolano, como
demócrata y como ciudadano espero que Julio Borges tenga éxito en su período
como vocero del parlamento nacional, ruego a Dios para que lo ilumine y lo
guíe.
Espero que Julio Borges
esté a la altura de las circunstancias y que incentive los cambios y acciones
que los venezolanos esperan de su Asamblea Nacional.
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