La política desde hace
unos pocos años atrás ha girado al mundo digital. ¿La razón? Porque es allí
donde se encuentran los votos.
La juventud, y los no
tan jóvenes, utilizan las Redes Sociales como los canales óptimos para expresar
sus ideas, formular interrogantes o mostrar su disgusto o gusto hacia algo o
alguien.
La política mundial es
2.0. En los 140 caracteres de Twitter los candidatos, los dirigentes políticos
y los funcionarios públicos emiten sus mensajes de campaña o proyección pública
para entablar un diálogo directo con millones de usuarios.
Una foto, un video, una
narración al estilo storytelling son algunas de las herramientas que los
partidos políticos, líderes, aspirantes y gobiernos emplean para enganchar a
unas sociedad cada vez más conectadas.
Y el futuro marcha
aceleradamente a más y mayor conectividad. Nuestros hijos son la verdadera
generación digital, ellos que han nacido con un teléfono inteligente en la mano
y son los que ven a estas herramientas como extensiones de su propio ser.
Frente a esto, la
política debió modernizarse y adaptar los nuevos códigos de comunicación. Las
prédicas arcaicas quedaron en el ayer, el futuro llegó sin avisar y sin tocar a
la puerta entró en nuestras vidas.
Desde la primera campaña
de Barack Obama, en los Estados Unidos de América, observamos como se hacía
imprescindible una política coherente de difusión en el mundo digital.
No obstante, los pininos
de Obama dieron paso a la más reciente elección en los EEUU, donde las Redes
Sociales tomaron un papel fundamental y
donde Donald Trump aventajó abiertamente a su oponente Hillary Clinton.
Aquí, en nuestra
Venezuela, observamos como el expresidente Hugo Chávez pasó de subestimar a las
Redes Sociales a crear la “guerrilla digital”.
Hoy, son millones de personas
en el mundo que siguen a los políticos, comparten sus mensajes, fotos y videos,
que difunden sus publicidades y se hacen eco de sus criterios.
A pesar que en las Redes
Sociales no existen cortapisas y tanto afectos como detractores poseen la libertad
de expresarse abiertamente, los políticos tomaron la decisión (y los que no, ya
se están lamentando) de participar en el medio de comunicación más democrático
que existe: las Redes Sociales.
Pero, existen códigos
sociales y psicológicos que se deben tomar en cuenta antes de iniciar un
proceso de generación de contenido en el Social Media.
Es decir, no todos
actuamos igual en cada una de las plataformas o herramientas digitales. Nuestro
comportamiento en Twitter no es igual en Facebook y menos en Instagram o
SnapChat.
No todas las clases
sociales están en la misma magnitud en todas las aplicaciones, ni todos los
grupos sociales interactúan o se motivan con los mismos estímulos 2.0.
La profesionalización de
las comunicaciones digitales, la generación de contenido en el Social Media, la
creación aplicaciones de difusión, las fórmulas de redacción en blog o páginas
web, todo tienen que poseer una ilación estratégica y táctica con los principios
comunicacionales y adaptados a los nuevos códigos de las noveles plataformas de
comunicación.
Nuestra mente se está
volviendo 2.0. Nuestros valores están en plena mutación; los principios y
marcos de referencia se han evolucionado, si los actores políticos no aceptan
esto y no cambian, entonces estarán condenados al fracaso.
¡Si no posteas no existes!
¡Si no tuiteas nadie te seguirá!
No hay comentarios:
Publicar un comentario