¿Qué celebramos la noche
entre el 24 y el 25 de diciembre?
Normalmente, nos dejamos
llevar por el materialismo de los obsequios y del intercambio, a veces
frenético, de objetos o posesiones; generalmente vemos a la festividad de la
Natividad de Jesucristo como un momento de encuentro entre amigos y familiares,
sin darle la connotación religiosa y espiritual de este momento.
Quisiera en estas líneas
abordar la importancia de la Natividad para nosotros los cristianos.
El 24 en la noche
celebramos el nacimiento del Hijo de Dios, festejamos que el Altísimo cumplió
su promesa y envío a un Salvador que limpió con su sangre los pecados del
mundo.
Celebramos, en familia y
con los seres queridos, el cumplimiento de las profecías y el nuevo inicio que
ha significado y que siempre significará vivir en la Gracia de Jesucristo.
El Papa Emérito, en
pleno pontificado, aseveró en uno de sus libros teológicos que: “hay dos puntos
en la historia de Jesús en las que la acción de Dios interviene directamente en
el mundo material: ‘el parto de la Virgen y la Resurrección del Sepulcro’”.
Benedicto XIV nos deja
muy claro que la Natividad es uno de los momentos más sagrados para la
cristiandad, es cuando el Hijo de Dios
se hace hombre en el vientre de una mujer pura.
Sí, para creer en la
Divinidad de Jesús, en su nacimiento y procreación limpia de pecado, tenemos
que aceptar que María era virgen y concibió por obra y gracia del Espíritu
Santo y ella a su vez nació inmaculada.
Joseph Ratzinger, el
Papa Emérito, reafirma que para la cristiandad el nacimiento de Jesús es un
momento que debe llamarnos a la reflexión y no a la “locura del consumismo”.
Para quien fuese el
Obispo de Roma la Navidad se ha
convertido en una "fiesta del comercio" cuyas luces esconden el
misterio de la humildad de Dios, que nos invita a la humildad y a la sencillez.
Así Su Santidad nos
exhortó en aquellos días: "Pidamos al Señor que nos ayude a atravesar con
la mirada las fachadas deslumbrantes de este tiempo hasta encontrar detrás de
ellos al niño en el establo de Belén para descubrir así la verdadera alegría y
la verdadera luz".
"Si queremos
encontrar al Dios que ha aparecido como niño, hemos de apearnos del caballo de
nuestra razón 'ilustrada'. Debemos deponer nuestras falsas certezas, nuestra
soberbia intelectual, que nos impide percibir su proximidad. Hemos de seguir el
camino de San Francisco, que es la extrema sencillez exterior e interior que
hace al corazón capaz de ver".
La Natividad no es un hombre gordo, trajeado de rojo, de
larga barba blanca y que con una risotada reparte juguetes por el globo
terráqueo.
La Navidad es el momento
de festejar el nacimiento del Divino Niño. Es la hora exacta para
reencontrarnos con Dios.
La Natividad es
esperanza, es alegría, es una luz como la que despejó las tinieblas allá en
Belén.
Hoy cuando Venezuela
atraviesa una etapa dura y cruel, los venezolanos tenemos que unirnos como lo
hizo la Sagrada Familia para avanzar a pesar de los temores, del acoso y la
persecución.
El Hijo de Dios nació
rodeado de los peligros y el odio de un tirano, Herodes. Vivamos nosotros este
calvario, al final Dios siempre bendecirá a nuestra Venezuela.
¡Feliz Navidad!
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