Cogito ergo sum (Puerto
La Cruz)-. Como
millones de venezolanos Luis Josmel
Fuentes salió a las calles a exigir comida, a ejercer su derecho a la legítima
protesta. Y ¿cuál fue la repuesta de los órganos del Estado? Al saber de sus
vecinos, amigos y familiares, éste fue ultimado por efectivos del “orden
público”.
Llenos de ira, con hambre
en el alma y con hambre en el estómago, los habitantes de la población de
Cerezal, estado Sucre, salieron a las calles a expresar sin ningún temor su
repudio a la crisis que vive el país y por el trágico final de un joven de
apenas 21 años.
Ver las imágenes de
funcionarios policiales y militares disparando contra ciudadanos que pedían
alimentos y justicia no debería asombrarnos, aunque es difícil acostumbrarnos a
la infamia y al deshonor.
Observar como con fusil
en mano representantes de la Guardia Nacional arremetían contra los moradores
de un pueblo artesanal, percatarnos que los funcionarios que deberían defender
a la ciudadanía y velar por la integridad nacional sólo ejercen la represión
contra trabajadores, amas de casa y jóvenes, descubre el foso en el cual
estamos hundidos.
No escondo el dolor que
me embarga. Me entristece que nuestra amada Venezuela esté sumergida en el
océano de la impunidad, en la atrocidad generada por unos trúhanes que han condenado a nuestra gente a pasar hambre y
necesidad.
Escuchar los disparos de
las armas de la república contra la humanidad de venezolanos que simplemente
expresaban su malestar, su inconformidad y su desesperación, es la evidencia
que el régimen es inhumano.
Acusar a los inquilinos
de Miraflores de violadores de los Derechos Humanos es llover sobre mojado; el
mundo ya sabe que quienes ostentan el poder en Venezuela no respetan ni a la
sagrada Hostia.
Como dignos discípulos
de Mao y Stalin los integrantes de la cúpula del Gobierno no le tiembla el
pulso para disparar en contra de los venezolanos.
Con este proceder ellos
pensaron que iban a atemorizar a nuestra gente, por este motivo ellos acudieron
a la violencia, al hostigamiento, a la generación del terror como medio de
control político y social, pero el tiro le está saliendo por la culata.
Cerezal dio un paso al
frente y mantiene su dignidad como pueblo. Cerezal es una pizca de lo que
podemos hacer los venezolanos por defender nuestra libertad, por pedir
verdadera justicia y para el restablecimiento de la verdadera paz.
La sociedad venezolana
tiene hambre. Y un pueblo con necesidad no le teme a las balas o a las amenazas
de los señorones con boinas rojas y camisetas del “Che” Guevara.
Cerezal fue noticia. Fue
noticia por la muerte de un muchacho de 21 años, fue noticia por la protesta
que protagonizó, fue noticia por la represión ejercida por los esbirros del
régimen y es noticia porque esta población con su gallardía seguirá saliendo a
las calles hasta que exista un cambio de gobierno y de sistema en el país.
El tiempo del ocaso le
llegó al oficialismo, a Maduro sólo le resta el anochecer de su poder. Pronto
amanecerá en Venezuela.
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