Cogito ergo sum (Puerto
La Cruz)-. Para
algunos, entre otros, el gran problema de Venezuela es la carencia de un
liderazgo fuerte, aglutinador e inspirador.
A pesar que muchos afirman
que Venezuela no necesita de un único líder, sino que todos sus ciudadanos se
convierten en inspiradores, impulsadores y guías en sus localidades, en nuestra
historia nacional la figura del “jefe”, “caudillo” o “cacique”, es innegable y
perenne.
Simón Bolívar: Su liderazgo se impuso con fuerza |
Pero, ¿ha sido fácil el
surgimiento de liderazgos en el país? Para nada.
Los liderazgos
venezolanos emergen en medio de la anarquía y así lo indica nuestra historia, y
me atrevería a decir que así lo evidencia nuestra evolución sociológica.
Veamos nuestro
nacimiento como nación.
Entre el 19 de abril de
1810 al 5 de julio de 1811 y hasta la entrada de Domingo Monteverde a Caracas y
la caída de la Primera República, el liderazgo nacional y/o patriota no estuvo
para nada claro.
Piar anhelaba el liderazgo patriota |
Por un lado en el
Congreso Nacional existían bloques enfrentados, aquellos que quería defender
los derechos legítimos de Fernando VII a la corona de España, los que deseaban
una independencia sin derramamiento de sangre y los más apasionados que sí
apostaban a una revolución.
No obstante, los más
aguerridos al estilo de los jacobinos franceses se agruparon en un club de
radicales que se denominó Sociedad Patriótica, desde se arengaba por acción y decisión.
Boves, un líder popular |
El General Francisco de
Miranda jamás tuvo el control de la situación a pesar de su prestigio, de su
experiencia y su capacidad, nunca aglutinó a los venezolanos y la anarquía se
apoderó de los patriotas. En el bando realista Domingo Monteverde, a quien no
le correspondía comandar las fuerzas del Rey, se hizo con la jefatura política y
militar saltándose jerarquías.
Al regresar Simón
Bolívar, ya convertido en Libertador, surge en los llanos un líder sanguinario,
soez y popular: José Tomás Boves, quien a su vez también desacata el orden
militar de jerarquías en las tropas del Rey y convierte a Juan Manuel Cajigal
en un títere sin poder de decisión.
A la muerte de Boves y
ante la llegada de Pablo Morrillo, comandante veterano de las guerras
napoleónicas, con 11 mil españoles a sus espaldas, es que las fuerzas realistas
consiguen centro y equilibrio.
Dos Liderazgos en la Unidad |
Mientras en el bando patriota
la situación se tornaba más complicada. Manuel Piar desconoció la autoridad de
Bolívar, hasta cañoneó una embarcación donde el Libertador viajaba.
José Félix Ribas arrestó
a Santiago Mariño, libertador del oriente, y confinó a su pariente Bolívar a
una habitación.
Pugna por comandar al oficialismo |
Fue la fuerza de Simón
Bolívar, su espíritu inquebrantable, su energía y su poder personal lo que hizo
doblegar el alma díscola de una venezolanidad que siempre ha pugnado por el protagonismo.
Tanto la personalidad de
Bolívar como la decisión de fusilar a Piar, lograron la convergencia y la unión
del ejército patriota.
Más de 100 años después,
Venezuela sigue siendo el escenario de batallas intestinas por el liderazgo.
En el seno del
oficialismo se palpa el enfrentamiento entre Maduro, Aristóbulo y Diosdado,
mientras que en la Mesa de la Unidad Democrática Capriles, Leopoldo López y
María Corina están enfilados en una carrera para dirigir los destinos de la
nación.
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