Cogito ergo sum-.
Su Santidad Juan XXIII dijo
alguna vez que "si Dios creó sombras es para destacar mejor la luz",
con esta sencilla y hasta obvia aseveración el Santo Padre nos indicaba que por
todo mal existe un bien que resalta en la candidez de la bondad del ser humano.
Existen algunos
pensadores y filósofos, los cuales he leído, que muestran su rostro negativo
ante el potencial del ser humano o por el contrario lo magnifican creando de
éste el mencionado ”súper hombre”.
Todo ser humano tiene en
su interior luz y oscuridad. En cada uno de nosotros habita un ángel y un
demonio. Es con nuestras acciones, decisiones y omisiones que permitimos que
uno u otro salgan y dominen nuestra existencia.
Cada vez que
sobreponemos la materia sobre el espíritu, cada vez que somos presas de las
pasiones y los arrebates dejamos que las sombras que yacen dentro de nosotros
se expresen a toda su plenitud.
En otras ocasiones
tenemos miedo de mostrarnos compasivos, caritativos y bondadosos por el terrible
y paralizante miedo a que “nos hagan daño”.
Tenemos que repetir
aquello que San Juan Pablo II nos afirmó hace unos pocos años atrás “no tengáis
miedo”.
Debemos huirle al temor
a querer, al miedo de vivir con amor y compasión. Sí, podemos ser heridos por
quienes menos esperamos, pero también seremos consolados, cuidados y mimados
por un Dios que es misericordioso y que siempre recompensa a aquel que obra de
buena voluntad.
La oscuridad del mundo
en ciertas ocasiones se convierta en moda, en cultura y forma de concebir la
vida. Por eso en la Alemania Nazi la atrocidad fue ley y en la Unión Soviética el
silencio de sangre era “vivir en revolución”.
Cuando el mal se expande
con el rigor falso de la condescendencia, cuando somos reos de un modernismo
que se confunde en antivalores y desdén hacia la familia, el amor y el prójimo
nos percatamos que las sombras que mora dentro de nosotros se abre espacio.
Y cuando vemos con
fraternidad a nuestros vecinos, cuando extendemos nuestra mano amiga, cuando
damos lo que nos falta, en vez de lo que nos sobra como afirmase el Papa
Francisco en sus alocuciones, podemos afirmar que Dios actúa a través de cada
uno de nosotros.
El egoísmo materialista,
la limosna hipócrita y el discurso repleto de palabras y vacíos de obras son
parte de la falsedad de aquellos que suelen disfrazarse para confundir y
engañar.
En estas líneas quisiese
invitarles a todos ustedes que gentilmente se toman un instantes para leerlas,
para que reflexionemos juntos sobre nuestro rol como hijos, padres, amigos,
vecinos, ciudadanos y que asumamos las responsabilidades que cada uno de
nosotros tenemos para convertir a nuestra sociedad en un mundo de luz.
¡Sí! Las sombras nos
indican que existe la luz, gracias a éstas podemos agradecerle a Dios lo bueno
de la claridad y el amor.
Los venezolanos hemos
vividos casi 17 años de oscuridad, es hora que pensamos y analicemos el cómo y
para qué deseamos regresar a la luz.
Luego de esta
experiencia vivida debemos valorar a esa Venezuela que fuimos y luchar para
posteriormente cuidar a ese país que vendrá cargado de la iluminación del
renacer.
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