Cogito ergo sum-.
Siempre ha fracasado. El
experimento del socialismo marxista leninista o el maoísta han caído en el
desprestigio de sus innumerables errores y pifias sociales y económicas.
El primer gran fracaso
fue de su creador Karl Marx quien avizoró que la revolución obrera iniciaría en
un país industrializado como Inglaterra o Alemania, no obstante fue en una
sociedad atrasada y meramente agrícola y/o rural como Rusia donde se implantó
este modelo.
Decía la teoría que
después de la “dictadura del proletariado” nacería un régimen de felicidad e
igualdad donde ni siquiera iba ser necesario un gobierno, aquí nuevamente
fracasó el pensamiento marxista porque mientras más pasaba el tiempo más
férreas eran las dictaduras de izquierda.
La Unión Soviética cayó
como consecuencias de sus fracasos acumulados, por un totalitarismo que asfixió
a la población hasta que el pueblo reaccionó devastando el modelo por completo.
El socialismo sembró de
hambre y miseria a Rusia, Alemania
Oriental, Yugoslavia, Polonia, y otros países europeos, mas fue la ciudadanía
la que derribó con voluntad las cadenas de la opresión roja y las consecuencias
nefastas de aquel sistema.
En Asia el socialismo
también dejó su estela de ineficiencia y cataclismo. La China comunista de hoy lo único que tiene
del comunismo es el nombre, ya que se ha convertido en la práctica económica en
un modelo capitalista, inclusive infraestructuras de McDonald engalanan la
visual de las grandes ciudades chinas.
Corea del Norte se
transformó más en un modelo dictatorial heredable a un real sistema
socialistas, lo único que posee de aquel pensamiento son las consignas
anticapitalistas.
En América Latina la isla
de Cuba da pasos agigantados a su incorporación al mundo occidental como
evidencia que el socialismo que pregonaron está languideciendo a la medida que
envejece y se debilita su sostén, es decir, Fidel Castro.
Los ensayos en el resto
del continente: Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Argentina, Brasil y Ecuador,
poseen diferentes dimensiones y alcances, aunque casi todos fracasaron.
En Venezuela el modelo
socialistas despilfarró las riquezas más grandes que nación alguna ha poseído y
su herencia política es una población haciendo cola para comprar los pocos
alimentos que restan.
Bolivia y Argentina
siguen, igual que Nicaragua, los pasos de miseria que ha adelantado el régimen
madurista venezolano.
Ecuador, que esbozó
ideales socialistas y mantienen un retórica anti-imperialista, no ha quitado la
dolarización de su economía y practica un juego más “ambivalente” que sus pares
en el sur del Continente.
Mientras que Brasil, a
pesar que su principal motor fue un dirigente obrerista como Luis Ignacio
“Lula” Da Silva, la orientación fue más socialdemócrata, es decir un socialismo
moderado y más democrático que el de sus homólogos, no obstante las costuras de
los desmanes financieros y los hechos de corrupción también tocan a la puerta a
los socialistas brasileros.
Lo cierto es que en
todas partes del mundo referirnos al socialismo es hacer alusión directa al
fracaso.
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