Cogito
ergo sum-. Terminó
la Serie del Caribe. En esta justa deportiva nuestra representación, los
grandiosos Caribes de Anzoátegui, dieron una demostración ineludible e
innegable de que son el mejor de los equipos, no obstante no lograron traernos
la corona caribeña de béisbol.
La
aplicación del nuevo reglamento para el encuentro de campeones de las ligas de
pelotas caribeñas fue el problema. Caribes de Anzoátegui barrió con sus oponentes
(dominicanos, mexicanos, cubanos y portorriqueños) durante la primera fase y
evidenció ser el más compacto, efectivo y rendidor de los equipos.
A
pesar de los cuatro laureles obtenidos por la novena anzoatiguense, que llevaba
la bandera nacional, el vencedor de la competencia fue la escuadra de Pinar del
Río, los cubanos, quienes deslucieron completamente en la primera ronda.
Los
venezolanos ganamos cuatro partidos, los cubanos tres. Nosotros quedamos
eliminados y ellos fueron campeones. Simplemente un resultado injusto.
Así
como en el béisbol, en la política también se aplican reglamentos que son
totalmente indignos e inconvenientes.
La
aplicación de las normativas internas de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD)
obedece a intereses plenamente mezquinos y particulares, que benefician a los
llamados partidos grandes.
Por
ejemplo la designación en Anzoátegui de los dos últimos secretarios ejecutivos
de la Unidad respondió a la aplicación del 70%, un punto reglamentario que ha
dejado sin participación efectiva en las decisiones a un número importante de
partidos y movimientos que han sido “reglamentariamente” excluidos.
A
tal punto que los dos más recientes voceros de la MUD-Anzoátegui han trabajado
sin el quorum necesario, debido a que varias organizaciones al no sentirse
representadas por éstos tomaron la gallarda y digna decisión de hacer más en la
calle y no deshacer el tiempo en discusiones estériles entre cuatro paredes.
Siempre
he sido un decidido partidario del orden como medio necesario para alcanzar los
objetivos individuales y comunes; los reglamentos son vitales para mantener la
estabilidad en cuerpos colegiados, no obstante las normas tienen que obedecer a
un principio superior: Justicia.
Regresando
al ámbito deportivo podemos decir que el reglamento que afectó a Venezuela este
año también perjudicó a República Dominicana en el anterior, lo que es bueno
traerlo a colación para aquellos que hoy se ufanan en el cumplimiento
reglamentario de la MUD, debido a que no se sientan vulnerados cuando este
mismo se vuelque en contra de ellos.
Es
igual con el oficialismo venezolano. Ustedes se imaginan a los voceros del
actual Gobierno pasando a la oposición y desde allí empiecen a pedir libertad
de expresión o respeto, cuando ellos no garantizaron ninguna de las dos.
¡Verdugo
no pide clemencia! Bueno así dice un viejo refrán. La injusticia se debe
combatir en todo momento y en toda circunstancia, o por lo menos esa es mi
creencia.
Aún
es tiempo de rectificar y de emprender el camino de la justicia y la equidad.
Tanto en el mundo pelotero del Caribe como en el ámbito político de la
oposición democrática.
Sí
se pueden hacer los correctivos para dejar en el pasado los reglamentos
injustos.
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