Cogito ergo sum-. ¡Sí! Se
ha dicho hasta el cansancio. Venezuela tiene nombre de mujer, no obstante el
país entero posee perfume de mujer, y porte de gran dama, a pesar de los golpes
que ha recibido por quienes la han desgobernado en los últimos años.
Lo he dicho en infinitas
ocasiones pareciera que las mujeres están llamadas a tomar un rol más
protagónico en la lucha por la reconstrucción nacional.
En los últimos años hemos visto a
nuestras muchachas universitarias, a las amas de casa, a nuestras madres,
esposas, e hijas marchando sobre el asfalto caliente para expresar a viva voz
su rechazo hacia un gobierno que ha condenado a la mujer a necesidades y
penurias.
¿Quién sufre más por la escasez?
¿Quiénes lloran más por los hijos caídos a manos del hampa? ¿Quiénes padecen un
dolor vivo por el futuro de sus muchachos? Ellas, las madres, esas mujeres
abnegadas, que siempre darán la vida por sus hijos.
Estas mujeres son las convocadas,
con más fuerza que antes, a ser paladines de la democracia renovada que saldrá,
cual parto, de las entrañas mismas de las batallas ciudadanas que estamos
obligados a dar.
A nivel nacional existen mujeres
que están dando la talla como es el caso de María Corina Machado, quien con
valentía no se le ha aguado el guarapo para medirse de tú a tú con un régimen
totalitario.
No obstante en todo el país hay
ejemplos de bregadoras que están llamadas a dar un paso adelante para defender
los altísimos intereses nacionales ante el entreguismo comunista de Nicolás y
su combo.
A continuación les presentaré
unas líneas que resumen un diálogo con una de esas mujeres de nueva generación.
Yo: ¿Por qué sigues en esta
lucha?
Karen Rojas (KR): José
Dionisio, tú sabes que el compromiso que asumimos trasciende nuestras propias
fuerzas. El país está por encima de cualquiera de nosotros.
Yo: Aún recuerdo verte, muy
joven, en las marchas estudiantiles en aquella heroica generación del 2007,
cuando salimos todos a defender la democracia y la libertad de expresión ante
el cierre de RCTV.
KR: Sí, el tiempo ha pasado.
Estamos cada vez más cerca de esa Venezuela que nos merecemos, de este país que
debemos construir en armonía, unidad y democracia.
Yo: Mujeres como María Corina,
como tú, y como tantas otras son las que necesitamos para salvar a nuestra
tierra, empezando por nuestras ciudades, en el caso particular tuyo: Barcelona.
KR: ¡Gracias! Somos millones
de mujeres, de hombres, de trabajadores y estudiantes que tenemos que emprender
esta lucha, trabajando desde las comunidades por un mañana mejor.
Así conversamos por largo rato,
intercambiando ideas. En ella reconocí a esa nueva generación de mujeres que
están en la calle, que han colocado su carrera profesional a un lado y se han
dedicado a una labor social y política que contribuya a la creación de una
nación de desarrollo y bienestar para todos.
El amor de una madre es lo más
infinito que existe, solamente superado por la misericordia de Dios. Venezuela
es nuestra madre, esta tierra nos vio nacer, no permitamos que la sigan
mancillando quienes están en el poder.
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