Cogito ergo sum-. Quisiera,
en las próximas líneas, realizar un recorrido por los últimos resultados
electorales que se han acaecidos en nuestro tan convulsionado continente.
Más allá de las alharacas que se
han prendido desde las trincheras de la izquierda continental, hay que hacer
una serie de análisis de lo que está aconteciendo en el movimiento del voto
latinoamericano.
Por un lado recordemos que Dilma Rousseff
se impone en la segunda vuelta en la nación carioca luego de un apretado
resultado electoral contra el socialdemócrata Aecio Neves. La presidenta
brasileña alcanzó el 51,6% sobre el 48,3% de su oponente, nada parecido a las
victorias aplastantes del pasado.
Rememoremos que anteriormente se
presentaron los reñidísimos comicios de El Salvador donde el candidato
oficialista de izquierda, Salvador Sánchez Cerén, sumó el 50.13% frente al
49,87% del abanderado del partido ARENA, Norman Quijano.
En Colombia a pesar que el
candidato del uribismo, Oscar Iván Zuluaga, venció la primera vuelta no pudo
mantener su supremacía en el balotaje donde cayó ante el presidente Juan Manuel
Santos, con una diferencia de 54% al 45%.
A pesar que en el caso
neogranadino la izquierda formal estuvo siempre sin oportunidad real, se ha
denunciado que las fuerzas de la guerrilla realizaron presiones de toda índole
para beneficiar al aspirante reeleccionista.
¡Ahora bien! Llegamos a
Venezuela, todos sabemos que el 14 de abril del 2013 se efectuaron las últimas
elecciones presidenciales en nuestra nación, donde la duda cubrió con su manto
los resultados arrojados por el tan vapuleado Consejo Nacional Electoral.
En esa oportunidad Nicolás Maduro
se midió con para entonces representante de las fuerzas de la llamada Mesa de
la Unidad Democrática (MUD), Henrique Capriles, el resultado oficializado fue
de 50,61% de los votos para el aspirante gobiernero y un 49,12% para el
candidato de la alternativa democrática.
Todos estos resultados con
márgenes tan estrechos dieron como resultado la victoria de los representantes
de los movimientos de izquierda, no obstante hay varias consideraciones que
debemos detallar.
Primeramente las avalanchas de
votos de los factores socialistas ya no existen, los pueblos se han percatado,
porque han vivido en carne propia, los embates de las pésimas administraciones
de los abanderados de ese pensamiento político y segundo porque social, económica
y políticamente el modelo de nación que ellos encarna está agotado.
También tenemos que percatarnos
que, obviando el caso del triunfo arrollador de Evo Morales en Bolivia, los
izquierdistas siempre vencen, o por lo menos últimamente, con un sospechosísimo
margen estrecho.
El caso de Brasil, Venezuela y El
Salvador se nos presenta extraordinario y realmente dudoso, porque es increíble
ver como los electores se han movido vertiginosamente hacia un cambio sin poder
coronarlo en su totalidad.
Tenemos que reflexionar sobre la
razón porque los factores democráticos de Latinoamérica no terminan de afianzarse
como una mayoría en las diversas naciones, y también se debe analizar la caída
abrumadora de la izquierda ante liderazgos corroídos, famélicos y oxidados.
Estamos cada vez más cerca en
Venezuela, como en el resto del continente. ¿Desmayar ahora? sería una necedad
sin perdón alguno.
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