Cogito ergo sum-. Llegar al poder es uno de los grandes dilemas de
los políticos, tanto de aquellos que lo ven como herramienta para servir, como
para quienes lo perciben como método para servirse, sin embargo ambos se rompen
la cabeza pensando y haciendo cosas para llegar a la cúspide, aunque hay un dolor
de cabeza peor, ¿Cuál? Veremos a continuación:
Saber en qué momento dejar el poder.
En ocasiones el debate personal y
grupal de abandonar el “coroto”, como decimos en criollo, representa un
problema mucho más arduo, difícil y hasta polémico, que llegar a él.
Y la problemática posee dos
aristas diferentes, y tiene mucho que ver con la orientación política de cada
quien, es decir, para los demócratas es cotidiano, normal, hasta necesario
abandonar las mieles del poder y dejar espacios para otros, es lo sano en este
sistema. Por el contrario es un parto muy difícil para los regímenes de raíz
más autoritaria y totalitaria.
En este último tópico el debate
se agudiza si eres un líder totalitario de derecha o izquierda, y por favor no
vengan con el cuento de que las divisiones ideológicas están pasadas de moda,
porque siguen tan vigentes como en el primer día y tan necesarios tanto en el
primer mundo como en las repúblicas de crecimiento.
¿Cuál es la diferencia entre los
regímenes de derecha o izquierda?, serían muchos y tan infinitos que bastarían
tomos y tomos de libros y análisis para enumerarlos todos. El más esencial de
todos es que la derecha hace avanzar a los países, económica, social, política
y culturalmente, mientras la izquierda hace exactamente lo contrario.
Aunque lo más distinto entre ambos
es la forma de abandonar el poder.
Hemos visto durante el siglo XX e
inclusive en el XXI, como la derecha es más consciente de su necesidad de salir
del gobierno, en ocasiones con el reconocimiento histórico, y como la izquierda
se aferra a él a pesar que estén destruyendo sus propias naciones.
Por ejemplo en Venezuela, Marcos
Pérez Jiménez, para citarlo de primero a razón de estar en el mes que
recordamos su retiro del poder, prefirió abandonar el “coroto”, salir en su
avión La Vaca Sagrada para evitar “más derramamiento de sangre”, como él lo afirmase,
a pesar de poseer herramientas militares resistirse.
Augusto Pinochet, otro militar de
derecha, reconoció un revés electoral que lo sacó el Palacio de La Moneda en
Santiago de Chile, traspasándole el poder a la Concertación, plataforma
opositora. El mismo Anastasio Somoza (hijo-Tachito) de Nicaragua había comentado meses antes de su
caída su deseo de abandonar el país y “prevenir un desastre mayor”.
Sí, “Tachito” cayó y no se retiró
del poder pacíficamente, aunque debemos reconocer, como lo hacen historiadores
de su país, que no lo hizo por presiones de su propio partido, de las bases,
que lo incitaron para que no abandonase el poder, precipitando así el desastre.
La izquierda por el contrario es
menos consciente de su necesidad histórica de dejar el gobierno; los primeros son
sabios porque ayudan al país, estos otros son generadores de dolor tanto en la
forma como gobiernan como en la manera que se atornillan a él.
Con fuego salieron Salvador
Allende y su gestión empobrecedora económica y espiritualmente; a fuego han
tenido que caer los sistemas comunistas del mundo, la ex Unión Soviética se
derrumbó por presiones calleras y populares, en Salvador fueron Los Contras
quienes asestaron los golpes que hicieron caer a Daniel Ortega y a su régimen.
Venezuela está ahorita en un
régimen izquierda como el de Ortega, Allende y los soviéticos de esto no le quepan
dudas. ¡Reflexionen!
Twitter: @jdsolorzano
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