Cogito ergo sum-. La oferta
política e ideológica que simbolizó, por obra y gracia del verbo del difunto
presidente Chávez, el socialismo del siglo XXI se está derrumbando por cada una
de las intervenciones públicas de un “Jefe” de Estado que es sinónimo de
“metida de pata” y “torpeza”.
El gobierno actual se debate
entre la mediocridad y las intrigas, no existe dirección clara, antiguamente su
mandamás ejercía a carta cabal su papel; allí, antes, nadie se resbalaba, aún
con una visión dictatorial del partido, muy parecida a lo Alfaro Ucero, el
Partido Socialista Unido de Venezuela se mantenía “pegado con la saliva de un
perico”, aunque pegado al fin.
El panorama de barco a la deriva
que sufre el régimen es proclive para las desbandadas. Es posible que se venga
más temprano que tarde una especie de “sálvense
quien pueda” en el cual los más férreos oficialistas se convertirían en los
penitentes más grandes de la historia del país, para de esa forma expiar sus
culpas “revolucionarias”.
Lo cierto es que Venezuela está
sufriendo los sinsabores de un gobierno que no trabaja y que sólo se pierde en
su afán de perseguido histórico: “me
quieren matar”.
La realidad del alto costo de la
vida, la escasez, el desabastecimiento, la inseguridad, el desorden reinante
por doquier son parte de esa receta peligrosa con la cual el mismísimo Nicolás
Maduro está cocinando para su propio platillo de desastres.
Ahora con semejante desparpajo el
gobierno habla de un bendito plan de “caos
total”. Qué más caos puede ocasionar alguien más si basta y sobra con el que
ellos mismos han propiciado, alentado y, hasta se podría decir, que organizado
desde las altas cúspides del poder nacional.
Los enchufados, ellos que se han
beneficiado de forma grosera y grotesca del Estado en los últimos 14 años,
están sembrando los vientos de las tempestades sociales que cada vez soplan más
fuertes, y si no lo creen acudan un día de quincena a cualquier expendio de
alimentos de la república y vean como vive nuestro pueblo.
Aquí los venezolanos estamos
cansados de las promesas sin sentidos, del balbuceo insípido y divorciado de la
realidad social del país, sin embargo ellos están en sus burbujas de cristal
rojas, rojitas, separados de la triste situación que padecemos los ciudadanos
de a pie.
Pedro, Juan, Josefa, Petrica son
que sufren en carne propia las necesidades de una nación que perdió hace muchos
años su norte y que hoy solamente flota en un océano de problemas sin resolver.
Así podemos afirmarles que este
planteamiento político, el socialismo, que cautivó o embaucó a la mayoría de
los países de Latinoamérica y que está inspirado en eso que mientan la “revolución cubana” para no decirle con
todas sus letras “la hegemonía castrista”,
perdió en Venezuela a su principal impulsador e “ideólogo”.
Ese pensamiento socio-político
que destruyó en la nación, que echó por tierra nuestra estabilidad económica,
que dividió a la sociedad en dos grupos antagónicos, que procuró aniquilar la
libertad y la democracia como se entiende en la forma más correcta, es hoy un
despojo de sus propias “glorias” pasadas.
Los venezolanos observamos como
por decisión propia los militantes del régimen van precipitándose hacia los
abismos que ellos mismos cavaron con sus incapacidades, intolerancias y
mezquindades.
Twitter: @jdsolorzano
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