Cogito ergo sum-. Faltan menos de 5 días para la jornada electoral
que se vivirá el 14 de Abril, las cartas están prácticamente en la mesa y las
apuestas están cubiertas, solo resta que el pueblo venezolano salga a votar y
decida, como expresión soberana de su voluntad, quien será la persona
seleccionada para culminar el período de gobierno 2013-2019 que dejó
íntegramente inconcluso el ex Presidente Chávez.
La nación necesita salir de esta
zozobra social y política en la cual está sumergida; hay dos opciones, para
solo referirnos a las que poseen mayores probabilidades, y esas alternativas
enfilan sus planteamientos a horizontes muy distintos, seremos nosotros los que
digamos a través del sufragio cual de ambas es la mejor para enrumbar a
Venezuela durante los próximos 6 años.
Ya falta muy poco tiempo, casi
llega la hora de decidir, la república espera inerte lo que nosotros resolvamos
en lo más profundo de nuestras almas, la nación hablará nuevamente y su voz
debe ser respetada y acatada, los factores que convergen en la Mesa de la
Unidad Democrática (MUD) han aseverado hasta el cansancio que defenderán cada
voto, mientras que los integrantes del Polo Patriótico manifiestan lo mismo,
¡sólo faltas tú y tu elección!
Pero pase lo que pase (o lo ya
ocurrido) debe ser para el bienestar de nuestra gente, el pueblo no aguanta más
intolerancias y odios entre hermanos, debemos emprender el camino hacia una
Venezuela de todos y para todos, la justicia social y el bien común deben ser
los fines que muevan al gobierno de turno, sea del partido que sea y dirigida
por cualquiera de los venezolanos.
Siempre he tenido un sueño, desde
que he tenido consciencia política, siempre he anhelado una Venezuela de
pujante crecimiento socio-económico, desde que tenía 14 años, y empecé a
simpatizar y militar en Copei, defendí y defiendo los valores de una humanismo
social entendido como el motor del bienestar colectivo e individual, creí que
era, y creo que es, esta filosofía el norte para la lucha por una Venezuela
mejor, más digna, única, fraternal e invencible.
He soñado con que nuestra patria
retorne a ser el bastión más sólido de democracia de América Latina, sueño con
que nuestra nación se levante como la panacea de las libertades sociales de
este continente, por ende, hoy levanto las banderas de un nacionalismo
verdadero, reunificador de nuestra gran república, enaltecedor de nuestros
valores más sagrados y ente reivindicador de la venezolanidad en toda su
extensión. ¡Sí se puede, y sé que haremos lo imposible posible!
Yo decidí mi voto, sé por quien
votar, pero por razones del desconocimiento de la fecha de publicación de este
artículo y para evitar cualquier violación de las normas electorales no diré su
nombre aunque para quienes me conocen la respuesta saltará a su mente en
cuestión de segundos, lo que sí mencionaré es la urgencia social, política y
ciudadana de que todo el pueblo escoja el futuro que merece nuestra nación.
Es el momento para hacer realidad
los sueños, es la hora de edificar realidades y de construir ladrillo a
ladrillo esa Venezuela que soñamos, que anhelamos, que extrañamos, pero que por
encima de todo necesitamos, porque aquí los de un bando y los del otro ya están
cansados de tanta diatriba y de peleas inútiles que no le han traído nada bueno
a la inmensa mayoría de los venezolanos que aún están sumergidos en el lodazal
del abandono y de las necesidades sociales.
Es el momento de hablar, de
hacerlo mediante el voto, quedarnos en nuestras casas es traicionar la
democracia, es darle la espalda al futuro, es golpear a Venezuela, pero sobre
todo abstenerse de votar es manifestarnos enemigos del futuro y de nuestra
propia venezolanidad.
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