Cogito ergo sum-. Ya las concentraciones populares, donde la gente de a pie se reunía para manifestar su respaldo a aquel proyecto esperanzador que encarnaba Hugo Chávez, no existen, se han esfumado ante el calor intenso de los errores, las desesperanzas y los sentimientos de frustración que cunden por doquier emanados del cuerpo corroído de un Estado “revolucionario” que luego de 13 años de gestión no ha satisfecho las enormes exigencias del pueblo.
Ya las caravanas de carros viejos, camionetas de los 70’s y 80’s no se palpan como antes, luciendo con orgullo sus banderas rojas, con conductores adornados con boinas rojas y más de un pasajero batiendo su mano izquierda empuñada cayendo contra la palma abierta de su derecha, simplemente esto ya no se ve, por el contrario estas manifestaciones del partido de Gobierno fueron evolucionando hasta mostrar 4x4 del año, vehículos modernos e importados, mujeres operadas y caballeros con cuentas millonarias. La pasión social del 1998 dio paso a la revolución de la élite en el 2012.
No sería exacto decir que el chavismo ya no cuenta con cierto respaldo popular, su apoyo se viene reduciendo a los extensos pero escasamente poblados sectores rurales, pero también se sienten en las urbanizaciones más costosas del país. La boliburgesía tomó cuerpo y tomó el poder.
Los sueños de poder para el pueblo se ven minimizados a la retórica gubernamental, más allá de los discursos oficiales y de algunos planes sociales, que la mayoría están politizados y son germen de la discriminación política de este país, no hay una estrategia real y efectiva que empodere a la gente, sino en cambio se desplazó el carnet del partido por la camiseta roja, la presencia en marchas y en la devoción, muchas veces falsas, al líder que yace en la Habana. Ya vale más en la revolución la chequera, que la ideología.
Si ayer el chavismo pudo haber representado un sentir popular, hoy es llanamente una expresión vivaz de los poderosos con trajes carmesí, es simplemente una mofa doctrinaria a aquellos líderes de la izquierda, que aunque uno puede adversar con altura e ideológicamente son respetados por la convicción en sus planteamientos, si en el pasado movió a este “proceso” un sentir de bien hoy es meramente una manifestación grotesca de lo peor que ha pasado por el Palacio de Miraflores.
Estamos en presencia de la revolución de las élites, hoy quienes ostentan el poder son residentes de las más lujosas residencias de Caracas y del resto del país, hoy los revolucionarios con vestimenta de diseñador, de halagas costosas y de viajes al Imperio gringo, son quienes mueven los hilos del poder; sin lugar a dudas la revolución es para los pendejos, las élites del poder disfrutan de las mieles del capitalismo más salvaje e impúdico de este mundo.
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