lunes, 25 de septiembre de 2023

Defendamos lo nuestro || José Dionisio Solórzano




El tema del Esequibo no debe ser abordado desde un cristal político, pues la defensa de la integridad territorial de la nación es una cuestión de Estado y debe asumirse como tal.

Aquí no se trata de quien está sentado en la silla del Palacio de Miraflores, aquí el tema es resguardar los derechos venezolanos sobre un territorio que es históricamente nuestro.

La iniciativa de la Asamblea Nacional de convocar a un referendo para que la ciudadanía tome una decisión, es una medida sana y que debe ser acompañada por todas las fuerzas vivas del Estado.

Además, debemos reconocer posiciones acertadas en el mundo de la oposición. Por ejemplo, la actitud pública asumida por el secretario general de Copei, Juan Carlos Alvarado, quien reiteró la posición venezolana sobre el Esequibo.

El candidato a presidente por la fuerza democristiano dio un paso correcto, plausible y reconocible.

El vocero de los copeyanos dejó clara la determinación de los demócratas cristianos de ponerse del lado de los sagrados intereses nacionales; actitud que no es nueva, pues debemos recordar que Copei creó una Dirección Política Estadal de la tolda verde dedicada al Esequibo.

Otro que asumió con determinación el asunto fue el candidato presidencial de la Alianza del Lápiz, Antonio Ecarri, quien con vehemencia dejó de forma contundente su opinión.

E, incluso, Ecarri le recomendó al Presidente Maduro llamar a un Consejo de Estado para que todas las fuerzas venezolanas coincidieran en la defensa de los espacios de la nación.

El partido Primero Venezuela, presidido por el diputado Luis Parra, también hizo pública su categórica decisión de cerrar filas en protección de Venezuela y sus derechos históricos sobre el Esequibo.

Ahora bien, lo que sí ha sido preocupante es el silencio (hasta el momento que redacto este artículo) de los representantes de la otra oposición, es decir, del G4 y de la Plataforma Democrática.

No he escuchado ni leído una posición firme por parte de este sector; no los he visto poniendo en su sitio a los guyaneses ni muchos menos respondiéndole al vocero del gobierno de Estado Unidos, el señor Brian, quien se puso del lado de los usurpadores del Esequibo.

Solo María Corina Machado – como siempre – es la excepción, pues ella sí expuso su opinión, defendió el interés nacional y acusó a Hugo Chávez y a Nicolás Maduro de permitir que Guyana creciera en sus ambiciones.

Aquí el país se está jugando sus derechos, y los políticos su prestigio, debido a que ningún dirigente puede decir que ama a la República de Venezuela si no lucha por ella ante la injusticia expansionista de Guyana.

Vamos todos a reclamar lo que es nuestro; el Esequibo es tan venezolano como la arepa, tan venezolano como Los Monjes, tan venezolano como el Roraima.

¡Para mí el guarapo dulce, el café amargo y el chocolate espeso!

martes, 19 de septiembre de 2023

Falta de sensatez || José Dionisio Solórzano




Uno de los graves problemas de la oposición venezolana es la carencia de sensatez y coherencia política, esto viene generando desatinos, errores y una serie de reveses imperdonables.

Desde que Henry Ramos Allup encabezó la absurda táctica de la abstención del 2005, la oposición comenzó una alocada política de faltas e inconsistencia que han sido garrafales para ese sector político.

La política abstencionista no solo fue aplicada por la AD de Henry Ramos Allup en los comicios parlamentarios del 2005, dejándole el control de la Asamblea Nacional a los sectores oficialistas, sino que ha sido una decisión recurrente.

No olvidemos que en las presidenciales del 2006, Acción Democrática (AD) no participó y, aunque debajo de cuerda los adecos apoyaron a Manuel Rosales, oficialmente Ramos Allup llamó a la no participación en las elecciones presidenciales.

Obstinadamente, Henry Ramos Allup tomó la determinación de que su partido no acudiera formalmente a las elecciones municipales del 2018, aunque sí dejó que sus dirigentes fueran candidatos a alcaldes.

Y, en ese momento la tarjeta de Copei no era mala, se olvidaron del discurso de la judicialización y salieron corriendo a recibir el apoyo de los demócratas cristianos para sus dirigentes.

No olvidemos que en Anzoátegui alcaldes – electos en esa contienda – como los adecos Ernesto Raydan y Luis Guevara Marrón fueron elegidos por la tarjeta verde.

Ahora, la lista de insensateces no termina allí; no podemos olvidar que AD hablaba de “autoexcluidos” refiriéndose a sus dirigentes que fueron juramentados – como gobernadores electos – por la Asamblea Nacional Constituyente luego de las elecciones del 2017. Pero, esa autoexclusión duro lo que dura un suspiro.

Estas son algunas de las incongruencias de uno solo de los integrantes del G4, pues, a éstas deberíamos sumarles las cometidas por Julio Borges y Leopoldo López.

En el caso del rebelde sin causa de López, pensó que se convertiría en una especie de Nelson Mandela tropical en aquella ocasión que negoció su entrega al Gobierno nacional. Sin duda fue una bufonada que trajo un sentimiento de frustración nacional.

Sin embargo, esa torpeza fue superada – lastimosamente para el país – por la irresponsable política del “gobierno de transición" de Juan Guaidó, que terminó en un completo y rotundo fiasco.

Si me tocase evaluar – como si se tratase de ponderar las calificaciones de un alumno al final del semestre – irremediablemente tendría que aplazar al G4, porque durante todo este tiempo no ha aprobado una sola evaluación, salvo las elecciones parlamentarias del 2015, no obstante lo alcanzado en esa oportunidad también lo desperdiciaron.

¡Para mí el guarapo dulce, el café amargo y el chocolate espeso!