José Dionisio Solórzano / @jdionisioss
Mucho se está hablando sobre las elecciones primarias en la oposición. Unos a favor otros en contra y muchos pidiendo condiciones mínimas. Lo cierto es que esta medida es necesaria y se debe aplicar como «Dios manda».
Lo primero que se debe aclarar es que el G-4 no debe tener el control del proceso, esto sería catastrófico, pues todo lo que organiza ese grupo inicia mal y termina mal.
Además, para ser una reales primarias opositoras deben permitir que todos los factores de la oposición intervengan.
El sectarismo ha llevado a que personalidades como el precandidato presidencial por la Alianza del Lápiz, Antonio Ecarri, picara adelante y dijera que no confía en unas primarias manejadas por el status quo opositor, pues – su preocupación es legítima– ellos podrían estar armando unas primarias donde ganen solo ellos.
Por su parte, Bernabé Gutiérrez, el precandidato de la AD (con tarjeta) dijo que no tiene previsto medirse en una consulta interna con el G-4, debido a que éste grupo ha dado más de una señal de no querer una unión real con el resto de la oposición venezolana.
José Brito – abanderado de Primero Venezuela – impulsado por una actitud más ágil, optó por reunirse con la Comisión Nacional de Primarias y dejar en claro su deseo de participar en la consulta interna siempre y cuando se establezcan normas claras y se cumplan con requisitos básicos que den garantías a quienes compitan.
A pesar de las diferencias ideológicas y de visión política, Brito coincide en algunos puntos con lo esbozado desde hace meses por la ungida por el partido Vente Venezuela, María Corina Machado.
La liberal ha dicho que quiere contarse en primarias, sin embargo dejó bien en claro que no quiere que el CNE participe en la jornada interna, que el Plan República no meta sus narices en el proceso y que permitan votar a los venezolanos en el exterior. Así ha sido el pliego de exigencias de María Corina Machado.
Sin duda, las posiciones de todos ellos tienen lógica y poseen sentido. Mientras tanto, los voceros de la oposición tradicional y sus candidatos no han dicho «ni pío», a pesar que todos quieren ser el seleccionado para ir a la campaña en contra de Nicolás Maduro.
Henrique Capriles, Guanipa, Carlos Ocariz, Carlos Prosperi, Juan Guaidó, y Manuel Rosales, todos ellos aceptaron o aceptarán las primarias como se las impongan, por algo están en el corazón mismo del status quo del llamado G-4.
Lo cierto es que si la oposición lograse unificarse y establecer un proceso amplio y despojado de sectarismo y rencores, existiría una oportunidad real que quien salga vencedor en esa medición se convierta en un candidato de temer para Nicolás Maduro y para el Psuv.
Un solo candidato que represente a las dos o tres oposiciones del país, resultaría en un golpe para la estrategia de «divide y vencerás» que viene aplicando Miraflores desde hace mucho tiempo.
El gran problema es que la actitud sectaria del G-4, sobre todo de la AD de Henry Ramos Allup, imposibilitan acuerdos o acercamientos. Y, con esa actitud solo ayudan a que Miraflores logre sus objetivos políticos.
En conclusión, otra vez Henry Ramos Allup le echa una mano a Nicolás Maduro.
Para mí el guarapo dulce, el café amargo y el chocolate espeso.
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