Por José Dionisio Solórzano
Cogito ergo sum (@jdsolorzano)-. A veces somos consumidos por el
día a día, por el oleaje permanente de noticias, hechos y declaraciones, y
dejamos de valorar rasgos importantes en la fisonomía política del país.
Enfilamos nuestras baterías para
reprochar lo que no nos agrada de los diputados a la Asamblea Nacional (AN), en
ocasiones injustamente criticamos las actuaciones del Parlamento y nos quejamos
sobre los niveles de alcance de las acciones de éstos.
Lo hacemos, y no nos detenemos a
pensar sobre lo mucho que han sacrificado los legisladores en este camino de
liberación nacional.
Actualmente hay diputados en el
exilio, otros refugiados en embajadas, varios en los calabozos del Estado y, no
podemos olvidar, que hay un legislador desaparecido como es el caso de Gilber
Caro.
¿Cuántas veces los diputados han
sido insultados, agredidos, amenazados y vilipendiados? El número es
incontable. Por ejemplo, recordemos las imágenes de diputados como Julio Borges
bañado en sangre, de María Corina Machado agredida, y de tantos otros
parlamentarios que han tenido que sobrevivir a batallas campales para
representarnos en el Parlamento.
Cuando este tipo de cosas
ocurren, inmediatamente nos vamos a las redes sociales a solidarizarnos con los
diputados, pero esta emoción se esfuma con la misma rapidez con que aparece una
nueva noticia.
Así mismo ocurre con los
gobernadores de la oposición. Los cuatro gobiernos democráticos que persisten
en las regiones en este momento, tienen que soportar el expolio de sus
instituciones, las amenazas, las agresiones, la asfixia económica y
presupuestaria y, a pesar de ello, algunos “radicales” siguen acusándolos de
que no han hecho lo que ellos esperaban que hiciesen.
Los más cabezas calientes,
reclaman por el hecho que los gobernadores y alcaldes demócratas acudieron a la
Asamblea Nacional Constituyente para juramentarse, dicen que “son
colaboracionistas, porque fueron a reconocer ese adefesio”, pero no se sientan
a pensar que si los dirigentes opositores no hubiesen pasado por ese escollo,
actualmente los espacios conquistados, por pequeños que éstos fuesen, estarían
en manos del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv).
Vean lo que pasó en el estado
Zulia: Juan Pablo Guanipa ganó las elecciones a gobernador, en uno de los
estados más emblemáticos de Venezuela, erróneamente le hizo caso a la bulla
rabiosa de los extremistas y no acudió a la Constituyente, ergo, los zulianos
están gobernados por uno de los cómplices de la represión, son el estado más
golpeado por la crisis eléctrica, por la falta de gasolina y por diversos
problemas que los azotan.
¡Conclusión! Todos los
venezolanos que deseamos un cambio para Venezuela tenemos que agradecer el
esfuerzo que diariamente están haciendo los diputados a la Asamblea Nacional,
los gobernadores y los alcaldes demócratas.
No es fácil luchar por una causa
cuando se tiene una espada de Damocles pendiendo sobre tu cuello, y es precisamente
esto lo que estos guerreros democráticos hacen todos los días hasta alcanzar el
cese de la usurpación y la instauración de un Gobierno de Transición Nacional.
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