Cogito ergo sum (Puerto
La Cruz)-. La situación venezolana la tenemos que analizar
desde la óptica de la geopolítica internacional; más allá del discursos
trasnochado de la izquierda mundial que reiteradamente habla de un vampirismo imperialista
que busca succionar la sangre de los recursos naturales de los países más
pobres, la realidad es que existen puntos estratégicos políticos y económicos
que sí se tienen que tomar en cuenta.
América Latina por un
rango de 20 años ha sucumbido a los encantos de la izquierda, e incluso el
propio Estados Unidos tuvo un presidente inclinado a la siniestra como es el
caso de Barack Obama, y ni hablar de la candidatura presidencial de Bernie
Sanders.
Sin embargo, la
correlación de fuerzas fue cambiando. Los líderes de izquierda fueron perdiendo
las elecciones poco a poco, y los bastiones que quedan están en Caracas, La
Paz, Managua y la eterna Habana.
Frente a esto, Donald
Trump pretenden recuperar el espacio político que Estados Unidos ha venido cediendo
en América Latina, sobre todo en los 8 años de gestión del demócrata Obama. El
actual ocupante de la Casa Blanca desea con el movimiento en Venezuela
asestarle un golpe a la presencia china y rusa en el continente.
La Unión Europea ha
cerrado filas con Washington. Los rusos hablan, reclaman, pero no están
dedicándole mucho tiempo al tema, debido que para ellos el asunto armamentista
con los EEUU es mucho más delicado que la realidad política venezolana.
Los chinos lo han dejado
claro, en medio del discurso diplomático, lo que ellos quieren es que sus inversiones
en Venezuela sean respetadas y, ya anunciaron que están dispuestos a mantener
relaciones con el nuevo gobierno venezolano.
Con la frase: “apoyamos
el nuevo liderazgo en Venezuela”, el Gobierno de Israel avaló la presidencia de
Juan Guaidó; mientras las naciones del Medio Oriente están jugando
sigilosamente, debido a que no quieren que los Estados Unidos arremetan contra
ellos, desde la óptica petrolera y económica.
Solo los radicales como
Irán han mostrado su apoyo a Maduro, pero era de esperarse esta posición ya que
su gobierno ha sido históricamente ante norteamericano.
Hasta la Unión Africana
ha puesto un muro de contención, que lo separe de cualquier vinculación con el
régimen de Maduro.
Lo cierto, es que los
venezolanos somos una pieza en el tablero político mundial. Maduro es apenas un
peón sacrificable para los rusos, mientras que los Estados Unidos miran con
prioridad el asunto venezolano, a tal punto, que luego de lo hecho y dicho, no
le queda más remedio que quemar sus barcos y seguir adelante pase lo que pase.
Los norteamericanos
seguirán en su empeño, y más cuando saben que cuentan con mayoría de apoyos
entre los europeos, hasta tal nivel que las posiciones más débiles como la
española, han tenido que endurecerse y apoyar a Guaidó debido a la presión
nacional, y también se saben con el
apoyo irrestricto de la mayoría de las naciones dentro del continente americano
como entre las islas del Caribe.
Venezuela es noticia
mundial, y pareciera que para Nicolás Maduro es una “mala noticia” verse cada
vez más solo en el espectro internacional. ¡Así de sencillo!
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