Cogito ergo sum (Puerto
La Cruz)-. Aquellas Navidades, cuando éramos niños, eran tan
distintas a estas que vivimos en la actualidad.
En aquellos días de
mediados de los 90, mientras Rafael Caldera aún estaba sentado en la silla de
Miraflores, las Navidades aún sabían a la Billo’s sonando de casa en casa, a
olores de guisos de hallacas, y al trago que cualquiera te brindaba.
El pago de los
aguinaldos les daba un increíble poder adquisitivo a los venezolanos. Los
supermercados, licorerías y tiendas de ropa estaban a reventar, todo el mundo
compraba comida, los estrenos de Navidad y Año Nuevo y los regalos del Niño
Jesús.
Hasta en los más
humildes de los hogares se celebraba con alegría y regocijo. Esa Venezuela, se
nos perdió en el camino.
Ya los obsequios del
Niño Jesús no son como en otros tiempos. Ya los amigos secretos en las oficinas
no son como antes; nos cambiaron la vida a todos los venezolanos.
Hasta las tradiciones
han muerto; cada vez menos hallacas, y el que hace no brinda a nadie. El pernil
una imposibilidad para más del 80% de los venezolanos, hasta el ponche crema es
un sueño de épocas mejores.
La Navidad en los 90
eran otra cosa; había comida, habían juguetes, había de todos y para todos.
Pero, llegó el socialismo y el “queso que estaba en la mesa también lo
destruyó”. No quedó nada de pie.
Hoy extrañamos aquellos
días, hoy rememoramos aquellas jornadas del pasado. Cuando éramos niños y la
vida en Venezuela era mejor.
En estas festividades
que acaban de pasar nos percatamos a lo bajo que hemos caído. Ya ni cohetones
uno escucha como antes. Cuando reventaba el año, con él explotaban miles de
fuegos artificiales, que por cierto hacían esconder a las pobres mascotas de la
casa.
Y ni hablar de las 12
uvas del tiempo. ¿Quién pudo comprar esas uvas si están carísimas? Perdimos
hasta a Andrés Eloy Blanco declamando en la radio el viejo poema que decía:
“Madre, hoy se nos muere un año”.
Además, la canción de
“faltan 5 para las 12”, sonó más triste que nunca, porque extrañamos a tantos
familiares, a tantos amigos, a tantas personas que han tenido la necesidad de
buscar un nuevo mañana en otras naciones.
El socialismo aniquiló
con esa Venezuela en la cual nacimos y en la cual vivimos nuestros primeros
años de niñez. La alegría navideña debe contarse entre una más de las víctimas
del régimen que en la actualidad desgobierna a nuestra nación.
La Navidad, incluso en
la década anterior a la llegada del régimen, fue amena, jovial, cargada de ese
sentimiento que siempre caracterizó a los venezolanos.
Y es esta, una razón más
para que los venezolanos luchemos por rescatar a nuestro país. En lograr que
retorne la felicidad a nuestra amada nación, que los nuevos tiempos se
transformen de melancolía a gozo real.
Que nuestros hijos
sientan y saboreen esa Venezuela que nosotros disfrutamos, vivimos y que hoy
recordamos con profunda nostalgia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario