Cogito ergo sum (Puerto
La Cruz)-. Recorremos las calles de nuestra Venezuela y no se
siente el ambiente navideño de antaño; escuchamos gaitas, pero nadie desafina
sus melodías en las calles, no vemos guirnaldas decorando negocios, ni la
sonrisa a flor de labio de los transeúntes.
Ya la alegría de los
aguinaldos de los trabajadores, se transformó en un chiste de mal gusto. La
compra de regalos un sueño, y el consumo de las hallacas una hazaña épica.
Las Navidades en tiempo
de revolución han sido cada vez más tristes, más apagadas, menos ricas en
alegrías y entusiasmo. Solo están rebosantes de preocupación, tristeza, y sobre
todo melancolía.
Las Navidades de la
actualidad son apenas una imagen borrosa de aquellos años pasados. Una mala
imitación de otra historia, de otro país, y de otros venezolanos.
Me acuerdo de mis días
de niño, en aquella década tumultuosa de los 90. Sí, a pesar de las explosiones
sociales, de los golpes de Estado y de la “crisis económica” de esos días, los venezolanos
disfrutábamos de las Navidades.
En mis días de muchacho,
los aguinaldos daban para todo. Comprabas cada uno de los ingredientes para las
hallacas, adquirías tu gordo y jugoso pernil, podías cumplirle a tus hijos en
sus deseos a la Carta del Niño Jesús.
En esa época, todo era
más feliz. ¿Qué si teníamos problemas? Seguro, pero nada comparado con el
desastre que nos azota en este momento. Nada con la tristeza que devora la
emoción de estas fechas.
Los venezolanos estamos viviendo
las Navidades más triste de nuestra historia. Y sé, que cada año decimos lo
mismo, y esto se debe a que el socialismo se ha superado a sí mismo, año tras
año la crisis que han generado es más atroz y de mayor dimensión.
Hoy en día, comer un
plato navideño completo, es decir, con hallaca, ensalada de gallina, pan de
jamón, pernil y su respectivo dulce de lechosa, es una entelequia. Muchos no
podrán hacer absolutamente nada de esto, otros apenas podrán hacer las
hallacas, serán muy pocos los que se sentarán en una mesa con todos los mangares
de las festividades.
El socialismo destruyó
las fiestas de diciembre. Ya no son lo que solían ser. Ya no vemos las
parrandas en las calles, el vecino alegre que te invitaba a comerte una hallaca
en su casa. No, todo cambió y lo hizo para mal.
Y mientras esto ocurre,
el régimen sigue engañando a la población a través de falsas promesas. Miles de
venezolanos están aún esperando el pernil que le prometieron para Navidad, pero
no para esta Navidad sino la del año pasado.
Juegan con la necesidad
y con el hambre de un país. Se mofan de las esperanzas de una población. Y, al
hacerlo se equivocan, de cabo a rabo. Estoy seguro que el pueblo venezolano se levantará
y saldrá adelante; confío en la fuerza del pueblo y en la entereza de todos los
venezolanos.
Todos los venezolanos debemos
estar claros que esta triste Navidad es únicamente responsabilidad de Nicolás
Maduro, él es el culpable que la lamentable situación que atravesamos. No le
busquemos las cinco patas al gato, no hay excusa o guerra económica que valga.